Segundo año en que el festival barcelonés aterriza, en forma de eco, en la vecina Oporto, y clara consolidación. Este podría ser el titular. Si lo desarrollamos debemos hablar de éxito múltiple. Hablamos de un gran evento, con cuatro escenarios y tres días de música perfectamente coordinados. Del acceso a cada espacio, diáfano y sin problemas de multitudes. Hablamos también de los lugares de ocio extramusical (alimentación, tiendas, enclaves de descanso...). Todo ha sabido a éxito, a propuesta consolidada y a, desde ya, un referente musical para el noroeste de la península.

Para comenzar, es inevitable hablar de los nombres más triunfantes del Optimus Primavera Sound 2013. Del clasicismo bien madurado de Nick Cave no había dudas. Él plantó la primera bandera de victoria el primer día. Pero con Blur se podía temer un retorno patético y, como se dice, por la pasta. Pues no, el brío de Damon Albarn y compañía justificó la expectación de las miles de personas que se congregaron ante el imponente "Escenario Optimus".

Fue el concierto más popular del evento, también el más populista, el de los exitazos incontestables ("Parklife", "Girls & Boys", con la que iniciaron su show, "Contryhouse"...). Pero el Primavera es espacio, antes que de grandes estrellas, de descubrimientos. Por sus escenarios se pudo disfrutar de grupos locales como Memoria de Peixe o Dear Telephone, de reivindicar desde Oporto la cantera española (a destacar el concierto de Los Planetas, impactante en su puesta en escena de luces y vídeos).

Y sobre todo Optimus Primavera Sound es el festival donde prima la reivindicación de nombres mayúsculos del rock alternativo. Los Swans de Michael Gira, en activo desde 1982, reivindicaron su papel de chamanes de una música telúrica y feroz, Dinosaur Jr. demostraron que antes de Nirvana ellos ya manejaban la fórmula rock-ruido-melodía con actitud apática (parecía que el vendaval que provocaba J. Mascis no iba con él, todo tranquilidad). También sentó cátedra, ya que citamos a los padres del grunge, la banda de Steve Albini, el productor del último trabajo de Kobain. Son el trío de post hardcore Shellac, tensos, virtuosos y simpatiquísimos sobre las tablas.

Y hubo incluso espacio para la agresión física del volumen atroz, hiriente, magmático, de los hipnóticos My Bloody Valentine, que retornan con un disco nuevo tras veinte años en dique seco.

Se puede sumar indie folk, electrónica, pop y casi cualquier palo en las más de cincuenta actuaciones de los tres días de esta «primavera» musical. Y todo cuanto menos interesante. El "Optimus" cerró con éxito artístico y de público (cerca de 75000 almas acudieron en sus tres jornadas). Dos ediciones, consolidación: ha venido para quedarse. O eso esperamos.