La orquesta santiaguesa vuelve a Vigo para dejar claro su desarrollo y solidez actuales. Lo hace además con la batuta del director Ivor Bolton. El fundador de la St. James´s Baroque Players (en 1984, en Londres) es reconocido como uno de los más activos directores de clásica anglosajones. Entre sus logros, o quizá solo curiosidad, está haber dirigido a Xue Wei, el famoso violinista chino.

La velada se abrió con un siempre apetecible Beethoven, la "Abertura Coriolano", interpretada por la orquesta compostelana con nervio, destacando los contrastes podríamos decir prerrománticos de la obra. Fue el aperitivo al plato exigente de la primera parte, la "Sinfonietta Lustige" de Paul Hindemith.

Hindemith es un contemporáneo-romántico, un autor que en la primera mitad del siglo pasado entregó obras como esta Sinfonietta, quizá exigente con el oyente pero dotada de un suerte de modernidad clasicista y exquisitez melódica. Nuevamente la interpretación correcta bordó una obra a reivindicar y descubrir.

Para la segunda parte del concierto se reservaban dos nombres de peso: Igor Stravinsky y Franz Joseph Haydn. El padre de la sinfonía puede ser un cierre balsámico tras un Stravinsky intenso. La música del alemán es sencilla, elude el ornato gratuito, pero es ejemplo de forma y medida. Es curioso que siendo Bolton reconocido como director de clásica/barroca optase por demostrar su versatilidad con un concierto más contemporáneo. Cerró un Haydn puro, la Sinfonía nº 96 en Re Mayor. Por cierto, su apelativo "El Milagro" se debe a que en su estreno cedió una araña que, milagrosamente, no dañó a ninguno de los presentes.

Antes de este final, se desató la "Sinfonía en Re mayor" de Stravinski, donde contrasta un gusto por lo barroco con la impronta nerviosamente contemporánea del compositor.