-El 24 de abril se cumplieron tres años de la grave cogida de José Tomás en Aguascalientes, en México. ¿Cómo se enfrentó a una intervención tan complicada?

-Vino a Sevilla tras haber sido operado de urgencia por los compañeros mexicanos, que por cierto hicieron un estupendo trabajo. Luego en Europa quiso consultar su lesión con diferentes colegas, tanto de Italia y Francia como algunos de España. Al final optó por mí y yo le solucioné el problema.

-Dicen que llegó medio cojo. ¿Era la primera vez que le operaba?

-Sí. Era la primera.

-¿Peligraba su carrera profesional tras aquella cornada?

-Se puede decir que sí. No tenía cuádriceps ninguno. No tenía ningún tipo de musculatura.

-Se le practicó una cirugía "exploratoria". ¿En qué consiste?

-Lo que hicimos fue abordar el nervio, para ver si necesitaba reparación, para ver si había respuesta, para liberarlo o repararlo mediante un injerto de la misma pierna.

-¿Qué ocurrió?

-Como el nervio femoral tenía diferentes ramos y unos funcionaban y otros no, se le practicó un injerto a los que no respondían y al resto, una exploración.

-Debió de quedar contento, ya que le sacó a saludar en Valencia.

-Pues sí. De hecho, cuando hablo con mis pacientes les digo que de cada nervio que se opera, siete funcionan y tres no, y en este caso José Tomás cayó dentro del 70 por ciento de los que han funcionado. Pero tenía claro que podía haber estado en el 30% de los que no funcionasen.

-¿Ha sido de las operaciones más graves que ha practicado?

-La de José Tomás fue muy complicada, primero por ser quien es, por la tensión que se produce cuando se trata de un personaje público. Pero lesiones graves he tratado casi de rutina, muchas a pacientes anónimos con lesión de plexo braquial que técnicamente también son muy complicadas.

-Como las practicadas a los inmigrantes que llegaban en patera al puerto de Cádiz.

-Antiguamente los inmigrantes no llegaban en barcas de goma, más bien lo hacían en cayucos. Cuando se volvían a Marruecos, muchos de ellos eran arrojados al mar, y les pasaban las hélices por encima o se fracturaban huesos, que luego eran operados en el Hospital de Cádiz Puerta del Mar, donde desarrollé en el servicio de traumatología la cirugía del nervio periférico y del plexo braquial, patología que era sistemáticamente derivada a otros centros.

-Un drama que conlleva horas de operación y un desgaste físico del profesional.

-En el caso de José Tomás, por ejemplo, empezamos a las cuatro de la tarde y acabamos a las doce de la noche. Y sí, el desgaste es importante, pero en el momento de operar, la adrenalina y toda la excitación que conlleva impide que notes nada hasta el final.

-¿Era usted aficionado a los toros antes de convertirse en el "médico de los toreros"?

-Soy aficionado pero no un apasionado, aunque ahora que José Tomás ya no es mi paciente, sino mi amigo, es diferente.

-¿A cuántos más ha operado?

-No puedo decírselo. Estaría incumpliendo la ley médica de protección de datos.

-En marzo José Tomás volvió a sufrir una lesión en el pie derecho en la que también se pidió su presencia. ¿Cómo se encuentra ahora?

-El proceso todavía está abierto y las declaraciones sobre su estado las hará su médico personal o su gabinete.

-¿Cómo es el torero fuera de los ruedos?

-Tomás es casi mejor persona que torero. Y eso que es el número uno.