-¿Es usted la Jane Goodall española?

-Uy, eso es mucho decir (ríe). Ojalá, pero qué va, no le llego ni a los pies, aunque sin ella los demás no estaríamos aquí. Me hace muchísima ilusión recibir este premio con su nombre. Después de tantos años trabajando en África, que de repente te den un premio así no te lo esperas.

-Dedica su trabajo a la supervivencia de chimpancés y gorilas en una de las zonas más conflictivas del planeta, como es Kivu, en la República Democrática de Congo. ¿Merece la pena el trabajo?

-Sí que merece la pena, aunque tampoco lo escoges tú, esto te llega un día y cuando empiezas a trabajar te das cuenta de dónde te has metido y ya es difícil recular, aunque tampoco lo haría, te acostumbras.

-Entonces no era consciente de dónde se metía cuando llegó a África...

-Exactamente, no. Aquí las guerras no son como las de allí, donde de repente un grupo invade una ciudad y la toma diez días, luego vienen los dirigentes de los grupos y se retiran y en unos meses no pasa nada, pero es un conflicto latente constante.

-Los cooperantes parecen expuestos a más peligros que antes. ¿Lo nota usted?

-Bueno, lo de los secuestros sucede más en países árabes por grupos de Al Qaeda, pero aquí este problema no lo tenemos. Hubo un médico al que secuestraron porque subió solo al río Congo, pero a quién se le ocurre.

-¿Qué proyecto desarrolla en el Congo?

-Es un proyecto de la ONG de Logroño Coopera en dos variantes: el desarrollo educativo y la conservación, donde trabajamos en el centro de recuperación de chimpancés. Tenemos 54 chimpancés y 70 simios de diez especies diferentes que han sido recuperados por la policía a cazadores furtivos. Estaban en jaulas y en muy malas condiciones y lo que hacemos es crear recintos exteriores en semi-libertad con vistas a reintroducirlos en el parque nacional. También hacemos censos mamíferos en el parque y todo eso lo complementamos con el proyecto educativo, porque no puedes ir contra la población local.

-¿Por eso ofrecen actividades comunitarias como la creación de un cyber o de equipos de fútbol infantiles?

-Claro, algo para satisfacer sus necesidades básicas. La Agencia Española de Cooperación nos ha construido un centro para dar clases de alfabetización, idiomas, informática, agricultura o ganadería, para que puedan tener otra opción. Es un proyecto global para que una cosa complemente a la otra y lograr que los primates sigan vivos.

-¿Es difícil convencer a la población de la importancia de que sobrevivan unos animales que les sirven de comida?

-Al principio mucho, porque se los han comido siempre y para ellos es incomprensible que sean importantes porque creen que la selva no tiene fin, pero sí que tiene fin. En estos años, sin embargo, se han formado clubes de protección de la naturaleza y escuelas de conservación. Son muy receptivos a lo que les dices, como esponjas.

-¿Qué tienen estos animales que hacen que enseguida se establezca un vínculo tan fuerte con ellos?

-Que somos primos muy cercanos, son muy parecidos a nosotros, en lo bueno y en lo malo. Pueden ser de verdad odiosos como las personas o sacar lo mejor de dentro. Tienen un lenguaje, usan herramientas como nosotros, que es una de las cosas que descubrió Jane Goodall.

-¿Se aprende de ellos?

-Sí. Ves cómo comparten, cómo protegen. Son animales muy sociales, tienen líderes que cambian cada cuatro o cinco años y followers, y también sus guerras. Los gorilas no cambian de líder, este lo es para siempre.

-¿Cómo se ve la crisis desde allí?

-No la acabo de entender, pero creo que vivíamos en un mundo irreal por encima de nuestras posibilidades, sobre todo en España, que es un país que no produce nada.

-¿Volverá a España algún día?

De momento, no, al menos estaré dos o tres años. A ver si hay paz y alguien me sustituye, pero es complicado.