El Códice Calixtino no es un libro voluminoso. Sus medidas son casi calcadas a las de un folio normal, A-4, lo que seguramente facilitó que su sustracción pasase desapercibida. Eso, y que no hubiera que forzar cerraduras o evitar cámaras de seguridad. Lo que haya ocurrido después con la obra, no se sabe. Al menos la Policía, en concreto la Brigada de Patrimonio, encargada del caso, ahora ya desde Madrid, no confirma ni desmiente ninguna hipótesis con la excusa de que ofrecer una pista podría servir para alertar al ladrón –o ladrones–. Lo único claro es que sigue sin haber noticias del paradero de la obra seis meses después y que buena parte de los expertos creen que es probable –y así lo esperan, para que la obra no sufra ningún daño– que se tratase de un robo por encargo.

Hoy se cumple medio año desde que uno de los encargados del Arquivo de la catedral comunicó al deán, José María Díaz, que el manuscrito del siglo XII, la joya de la corona del templo compostelano y una obra de un valor "incalculable", según recalcaron todos los expertos, había desaparecido de su ubicación en la cámara del Arquivo. El máximo responsable del cabildo de la catedral recurrió enseguida a las fuerzas de seguridad para buscar el libro por todas las dependencias. Hubo que esperar hasta el día 7, no obstante, para que el deán compareciera ante la prensa y confirmase una noticia que provocó su dimisión como archivero mayor. No ocurrió lo mismo con ningún cargo político, pese a que los nacionalistas exigieron el cese del director xeral de Patrimonio por considerar que la Consellería de Cultura no veló por la conservación de un libro simbólico para Galicia y calificado de bien de interés cultural.

Tanto Policía como Arzobispado tienen en común el uso de una palabra, "esperanza", para referirse a la posibilidad de que el valioso ejemplar regrese a la custodia del Apóstol, un lugar, como subrayó durante el pasado mes el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, de "donde no tendría que haber salido". También los agentes de seguridad insisten en recurrir a esa palabra para apaciguar los ánimos en un proceso que se dilata ya en el tiempo.

De la información obtenida por las fuerzas de seguridad en los interrogatorios exhaustivos a todos los trabajadores vinculados a la catedral no ha trascendido nada. Tampoco del análisis de centenares de horas grabadas por las cámaras de seguridad ubicadas en el claustro de la catedral. Lo que quedó claro desde el principio, según señaló el entonces delegado de Gobierno, Miguel Cortizo, es que no había "signos de violencia".

La sustracción del Códice Calixtino, que tanto "preocupa" al Arzobispado y a la Xunta, sirvió, no obstante, para atraer la atención sobre el patrimonio eclesiástico y las medidas de seguridad que lo protegen. De hecho, además de incrementarse la seguridad del Arquivo. Fiscalía, Iglesia y Gobierno gallego trabajan para elaborar un protocolo, "Igrexa Segura", que permita evitar que sucesos como el del Códice se repitan.