Wilco eran las estrellas, pero venían acompañados: abrió fuego un telonero de lujo, Jonathan Wilson, folk-singer de cámara que interpretó su cancionero ante un auditorio que iba llenándose poco a poco (finalmente se agotaron las entradas al trasladar el show del pabellón de As Travesas al auditorio Beiramar y el aforo se llenó). La audiencia esperaba al combo de Jeff Tweedy con ansia, pero fue receptiva al potencial que esconde "Gentle Spirit", primer disco del cantautor. Aunque debute ahora en solitario, Wilson atesora una carrera larga donde se combina su grupo de los noventa, Muscadine, con su presencia como músico de sesión para Robbie Robertson, Vetiver, Jackson Browne, Will Oldham o Elvis Costello, entre otros. Ahora practica a solas un folk opulento, plácido aunque oscuro y lleno de matices. Su banda fue un anfitrión más que acertado y que acompañó a Wilco en otras paradas de una breve gira española que ayer se cerró en Vigo, su única cita gallega en esta ocasión. El pop-folk pausado y meditabundo precedió así a las estrellas rock, Wilco, una banda que bien podría sustituir en el podio de aceptación masiva a los mismos R.E.M. ahora que los de Athens se separan.

Nacidos de las cenizas del grupo Uncle Tupelo y en activo desde 1994, Wilco han sembrado su carrera de rock y folk, country y sonidos clásicos en obras fundamentales como "Being There" de 1996 o "Sky Blue Sky" de 2007, pero también practican osadas fugas experimentales como los ya seminales "Yankee Hotel Foxtrot" de 2001 y "A Ghost Is Born" de 2004, entre el rock y el avant-garde. En esta capacidad de ser los mejores desde el clasicismo y también desde la vanguardia, encontramos lo mejor de esta banda natural de Chicago, auténticos paradigmas del rock del siglo XXI. Su último disco, el reciente "The Hole Love", vuelve a mostrar sus equilibrios magistrales, aunque decantándose esta vez hacia los sonidos más arriesgados.

Había ganas de Wilco en Vigo, donde aún se recuerda la soberbia actuación en solitario de Jeff Tweedy en 2010 durante la primera edición del festival veraniego y portuario "Vigo Transforma", pero evidentemente no es lo mismo una actuación en acústico del líder que presenciar el poderío escénico del sexteto al completo. Y en el Auditorio Mar de Vigo salieron a escena puntuales para demostrar que son una banda de referencia. Comenzaron parcos y poco comunicativos, sin guiños a la galería, pero entregaron, eso sí, un cancionero emocionante, versátil y de ejecución perfecta. Los fans parecían contentos, nadie quería gestos para la galería sino esa música única y llena de sentimiento, emoción y laberintos sonoros, y Wilco brindó momentos de auténtico lujo en este sentido.

Abrieron con "Art of Almost", largo y laberíntico tema que inicia su último trabajo, y en el fondo sus más de siete minutos entre electrónica y hard-rock fue toda una declaración de intenciones: el concierto se decantó más hacia este lado rockero, distorsionado y experimental, sin dejar de mostrar su vena más plácida, la de las canciones redondas de sabor dulce como "Jesus, Etc.". Y cuando un problema con el amplificador del cantante y guitarrista obligó a Tweedy a encarar a la audiencia, entre el buen humor y las ganas de restar importancia al asunto técnico, parece que la retroalimentación entre banda y fans hubiera subido varios puntos: durante el resto de actuación cabe reconocer una auténtica comunión a dos bandas, como cuando desde la grada alguien pidió insistente que sonara "Impossible Germany" y sin más, sonó "Impossible Germany".

En resumen, ayer, definitivamente, Vigo acogió a una banda fundamental que demostró su enorme talento y destreza en las tablas. El guitarrista Nels Cline fue la gran estrella inesperada, un todoterreno espectacular y versátil capaz de ir de la caricia folk al arañazo disonante en un mismo tema, para rematar con solos prodigiosos que lo encumbran como uno de los mejores guitarristas actuales. Tweedy derrochó carisma y saber estar, y el sexteto lució como un engranaje perfectamente engrasado y con un sonido perfecto (algo que también hay que reconocerle al recinto, sitio idóneo para espectáculos de esta índole).

Al cierre de las puertas del recinto de Beiramar no cabía la duda simplemente observando la satisfacción general. El público salía del evento consciente de haber asistido al directo de una de las bandas más importantes del rock contemporáneo. Una banda que está en un momento especialmente dulce, en que la palabra "decadencia" no tiene cabida. Wilco demostraron en Vigo que son palabras mayores.