Un barullo de tiovivos y campanas abarrotaba ayer la iglesia de Santa Marta de Ribarteme y sus alrededores. Mientras en los altavoces se reatransmitía la misa, en la cantina un pulpeiro servía tapas acompañadas por tazas de vino y algún que otro vendedor ambulante aprovechaba para sacar partido a una fiesta tan arraigada, todo ello al son del último éxito del verano.

Desde las 7 de la mañana hubo misas a cada hora, pero fue a las 12 cuando se celebró la solemne, seguida por una procesión multitudinaria en la que desfilaron dos personas dentro de ataúdes. María Evers fue una de ellas, su familia no quiso acompañarla porque se negaban a verla dentro de un féretro. El otro ofrecido llegó desde Guadalajara para saldar su deuda con la santa. A más de 30 grados de temperatura circulaban los "resucitados" que, amortajados, agradecían a la santa que hubiera intercedido por ellos.

Un frenesí de flashes rodeaba a los fieles, pervirtiendo su devoción y su espiritualidad. La Galicia profunda, casi tribal, sonaba en las voces de los "romeiros", que cantaban a la santa caminando justo detrás de su imagen llamados por algunos de los ofrecidos. "Santa Marta, teu rostro queremos besar", cantaban al borde del llanto los herederos de unas estrofas ancestrales transmitidas de padres a hijos. Algo más atrás en la peregrinación, la banda de música Popular de Rubiós tocaba marchas solemnes, de vez en cuando interrumpidas por el llanto de algún devoto emocionado, o por la música machacona de alguna atracción de feria en funcionamiento.

Se trata de una celebración que data de antes del año 1700. La finalidad de quienes se introducen en los ataúdes es tener una experiencia cercana a la muerte para que Santa Marta los resucite y vuelvan a la vida. "Es una santa muy milagreira", aseguraban durante la procesión. Los fieles guardan en su memoria una interminable relación de acontecimientos en los que la figura de Santa Marta intercedió por alguien y le salvó la vida. Esto da lugar a todo un entramado de leyendas populares en las que la realidad se mezcla con la ficción, base de la mitología oral gallega.

Curiosos

Pero esta romería no es ajena a la polémica. Algunos lamentan que desde hace unos años se haya convertido en un espectáculo morboso que atrae a fotógrafos y curiosos. "Quienes realmente sentimos devoción por la santa huimos de las fotografías, hay que respetar nuestra emoción", explicaba un fiel algo molesto con el despliegue mediático. El cura que oficiaba la misa pedía también respeto a los que "no estaban por fe".

Y es que el fervor místico que despierta esta santa y la naturalidad en la forma de entender la muerte han llamado la atención de fotógrafos, antropólogos y otros investigadores. El año pasado dos estudiosos de una universidad australiana llegaron a Santa Marta para retratar la devoción de los fieles en un documental y el periódico The Guardian la situó como la segunda fiesta más rara del mundo. Además, otras guías de viajes han referenciado el evento como uno de los imprescindibles en el mes de julio.