Agustín Fernández Paz (Vilalba, 1947) ve complicado traer a Galicia el Premio Andersen, que ha distinguido a algunos de los escritores que más admira, pero tampoco creía pasar de ser el sempiterno finalista del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil hasta que en 2008 "O único que queda é o amor" fue distinguido con este galardón.

–¿Qué valor le da a su candidatura al Andersen?

–Me alegra mucho porque supone un reconocimiento a todo un trabajo y agradezco que sean tan abiertos como para presentar como representante de España a una persona que escribe en gallego.

–Usted no es un desconocido para el IBBY. Varios de sus obras están en la "Lista de Honor" de esta organización.

–Es cierto. No me quejo ni del reconocimiento de los críticos ni del de los lectores. Me siento colmado.

–Si tuviese que escoger, ¿por cuál optaría?

–Un escritor sin lectores no es nada, pero tampoco hay que escoger.

–Seguro que en estos momentos está trabajando en un nuevo libro...

–Pues sí. Estoy corrigiendo la última versión de una novela que empecé en agosto y que Xerais editará para adultos.

–Será la primera vez...

–La primera vez y supongo que la última. Aunque ya tuvimos esta misma discusión con otros títulos porque mi literatura es de frontera, esta vez el libro tiene unos matices que tal vez conlleve sacarlo en una colección para adultos, aunque es más una decisión editorial. A mí me gusta que me lea todo el mundo y cuando escribo no pienso en un lector determinado.

–¿Y ya tiene título?

–Aún es provisional: "Non hai noite tan longa", que nace de la frase de Shakespeare "No hay noche tan larga que no acabe en día".

–¿Puede adelantar algo sobre la trama?

–El protagonista es un hombre que regresa y que tiene que resolver un misterio.

–Algo muy presente en sus libros, el misterio...

–Es que siempre me ha gustado el género de la novela negra, también como lector.

–Porque antes de escritor, hay que ser lector...

–Si no lees, ya puedes ir a veinte escuelas de letras que nada. Luego aprendes el oficio...

–Si mira hacia atrás, ¿cómo se ve?

–Creo que era más espontáneo antes y que los libros salían con más ligereza. Ahora soy cada vez más consciente de lo que hago y me paso horas corrigiendo.

–¿Se imaginó en sus comienzos que sería tan leído y que sería traducido a otros idiomas?

–Ni de broma pensé en pasar de los 100.000 ejemplares. Uno escribe porque tiene historias que contar.

–¿Y le quedan muchas por contar?

–Las historias son inagotables. El problema es el tiempo porque escribir requiere mucho tiempo.

–¿Cuál es el detonante que da lugar a una historia?

–La idea puede aparecer en cualquier momento; es mejor no buscarla. Cualquier cosa cotidiana sirve. Muchas ideas se van como vienen, pero otras se resisten a marchar...

–¿El momento más difícil es ese primer contacto con la página en blanco?

–Lo del miedo a la página en blanco es un mito; o al menos a mí no me pasa ni conozco a nadie a quien le ocurra. El momento más importante para mí es decidir la voz (primera, tercera persona) y el personaje que va a contar la historia y desde qué punto de vista lo va a hacer. El resto es un trabajo de mesa, de hacer estructuras, secuencias y de escribir borradores.

–¿Y es un escritor de muchos borradores?

–Sí. Seguro que hay gente extraordinaria a quien le salen las cosas de otra manera, pero en mi caso es trabajo, trabajo y trabajo, quitar, añadir...