Didáctico en sus explicaciones, moviéndose en un perfecto gallego en sus respuestas, Taibo muestra un cierto pesimismo en ellas. “Ayer me dijo alguien que era catastrofista -dice él-. Ojalá esté equivocado pero yo creo que las cosas van mal porque va mal el planeta. Hay datos muy delicados a los que no les damos respuestas convincentes. Parece que vivimos cerrando los ojos como si los problemas se fueran a resolver por sí mismos.

-¿Qué diría usted, antes de nada, de la crisis económica?

-Que desde hace diez años muchas voces llamaron la atención de que esto iba a pasar pero nuestros gobernantes, populares o socialistas, decidieron darle la espalda a esos pronósticos.

-Esa postura enconada del PP contra el Gobierno ¿Es pura coherencia con su ideario?

-Es difícil identificar cuál es el ideario hoy del PP. El neoliberalismo que ellos representan, por ejemplo, alienta la intervención pública para rescatar instituciones financieras en crisis, algo contradictorio con su ideario básico. Yo creo que, al final, su proyecto no es muy diferente al del Gobierno del PSOE.

-¿Le parece lógico que se atribuya al Gobierno la causa de la crisis?

-La crisis venía de antes de Zapatero pero éste recuncó en las políticas del PP. Por eso digo que estamos en un callejón sin salida. Su programa general es parecido aunque pretendan aparentar dramáticas diferencias entre unos y otros, aunque jueguen a la apariencia de confrontación.

-O sea que si llegara el PP al poder cree usted que podríamos imaginar un escenario parecido...

-tendríamos el mismo espectáculo de ahora pero con el PSOE criticando las políticas gubernamentales del PP y el PP desarrollando medidas similares a las que proponen hoy los socialistas.

-¿Cómo valora la gestión de la crisis por el PSOE?

-Es desastrosa ya en términos de imagen. La gente no sólo cree que no reconoció la crisis a tiempo sino que fue dando palos de ciego para resolverla.

-Es, de todos modos, una crisis muy amplia y compleja...

-No se puede dar pan para hoy y hambre para mañana. Tenemos que cambiar las reglas de juego: pensar seriamenmte en reducir el consumo, no aumentarlo, cerrar industrias contaminantes, luchar contra la producción insensata de automóviles... Pero el virus neoliberal está tan metido en el PSOE que éste no puede cambiar la situación.-Qué significa cambiar las reglas del juego?

-Cuestionar todo el modelo, poner en duda conceptos como el crecimiento por el crecimiento. Trabajar todos menos para que muchos más tengan trabajo, aprender a vivir con menos aquellos que puedan renunciar a consumos innecesarios... El sistema capitalista demostró ya su eficacia para aumentar la pobreza, la inestabilidad, la falta de cohesión social...-¿Leyó las propuestas laborales de Adolfo Domínguez?

-Van en la línea de este proyecto neoliberal fracasado en el que, por vez primera, sabemos que nuestros hijos no van a tener mejor vida. Salarios más reducidos, jornadas laborales más prolongadas, precariedad, derechos sociales en retroceso...

-Las ayudas sociales del Gobierno ¿son parches que no hacen más que aumentar la deuda como dice el PP?

-Se habla de la crisis de la economía pero yo creo que no es la más importante. Más allá del descalabro financiero, pienso que hay tres crisis: La primera se llama cambio climático, la segunda encarecimiento de las materias primas energéticas y la tercera es la sobreexplotación de buena parte del planeta.

-¿Qué papel jugó para usted el PSOE?

-Desde los inicios de la Transición fue una fuerza política domesticada por los poderes económicos tradicionales que descubrieron, al cabo, que era muy interesante para sacar adelante muchas sucias tareas para ellos imposibles como desactivar los sindicatos, a la izquierda...

-¿Dónde está la izquierda?

-Hay una crisis radical de los partidos de la izquierda tradicional pero hay una izquierda social que avanza poco a poco. El PSOE, IU, aquí el BNG, están en crisis manifiesta de identidad, incapaces de articular algo diferente de lo que hicieron siempre.

-¿Y Zapatero?

-Abrazó un radical cortoplacismo que a veces se manifesta como una ceremonia de la confusión. Muchos le votan porque creen que es un mal menor.