Una nueva forma de ligar, nada sutil por cierto, se extiende cada vez más rápido por Estados Unidos y comienza a llegar a Europa y a España. Se trata de los Jelly Bracelets, unas pulseras de colores en las que cada color indica hasta dónde está dispuesto a llegar, en materia sexual, el que la lleva.

En las escuelas americanas no es raro ver a niñas de todas las edades que llenan sus brazos de pulseras, muy parecidas a las que puso de moda Madonna en los años ochenta, sólo que esta vez sirven para identificar sus preferencias sexuales. La negra, la penetración; la azul, el sexo oral, la verde, el sexo con juguetes.

En Estados Unidos, la moda de las pulseras, incluso, ha derivado en un juego llamado Snap. El chico que logra arrancarle una de estas pulseras a un chica consigue, como recompensa, practicar con ella el acto sexual que representa.

En algunos colegios de Estados Unidos ya las han prohibido. Los directores y profesores están muy preocupados por la generalización de este complemento que consideran peligroso. Por su parte, los padres en muchos casos desconocen el auténtico significado de esas pulseritas 'tan graciosas' que se venden en cualquier tienda de complementos de los centros comerciales.

Tal es la revolución que han formado estos complementos, que en algunos establecimientos hasta su nombre se ha modificado para pasar de ser Jelly Bracelets –jelly' significa goma o gelatina– a denominarse directamente Sex Bracelet. De esta forma, los adolescentes se comunican sin necesidad de palabras y eso les supone un morbo añadido. Ellos han creado un juego propio con estas pulseras como herramientas.

Los expertos alertan de que en este tipo de prácticas –sobre todo las relacionadas con el juego del Snap– la comunicación verbal del flirteo se pierde, ya que los jóvenes no necesitan hablar para conocer las preferencias sexuales de sus pretendientes. Además, insisten en que el juego puede acarrear muchos malentendidos y llegado el caso, a situaciones muy violentas.

El problema también viene de que no todos los jóvenes que compran las pulseras conocen su significado y sólo las lucen como un complemento más de moda, por lo que la moda del para ellos desconocido Snap se convierte en un peligroso juego sexual.

En Estados Unidos la moda lleva registrada como leyenda urbana desde finales del 2003. La práctica ha alertado a padres y educadores e incluso ha protagonizado titulares en rotativos como en el 'New York Post'.