"Antes de la Transición política hubo una económica y esa comenzó en 1953. En ello tuvieron que ver mucho los ministros del Opus, López Rodó y los suyos, que no pretendían específicamente traer la democracia sino modernizar el país, pero lo segundo precipitó lo primero, es decir, la realidad les sobrepasó. En ese sentido podemos afirmar que, para salvarse económicamente, el franquismo puso las bases de su propia destrucción".

Estas palabras podían sintetizar una idea básica de la charla que, tras ser presentado por Rosa Pascual, catedrática de Historia del IES Escolas Proval de Nigrán, dio en el Club FARO el historiador Gabriel Cardona sobre los "Años 60: evolución del franquismo". Entre finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, sostuvo, la cerrada España de Franco sufrió una pacífica invasión que acabó transformando las costumbres y el paisaje del país: fue la invasión del turismo que venía de Europa, con sus escandalosos bikinis, su moral menos rígida y sus aires de libertad. Una de las muchas cosas que sucedieron en aquella España que evolucionaba en las costumbres, en lo económico, en lo social...

Un milagro

Recurriendo a anécdotas significativas Cardona quiso resaltar la importancia de lo que ocurrió teniendo en cuenta la situación en la que se estaba: "Hay un milagro que sucedió en España –dijo– al principio de los 50 y que en 4 años dio la vuelta al país. Un milagro porque era un tiempo en que estaba tan aislada que los letreros que ponían en las ventanillas de los trenes podían ser una buena metáfora de lo que ocurría en su interior: "Es peligroso asomarse al exterior´. Y es que la mayoría de los españoles ya no es que no conocieran el extranjero sino que nunca habían hablado con extranjeros, y no habían visto ni un solo negro salvo el rey Baltasar en Reyes".

Cardona, que acaba de publicar en la editorial Ariel junto a Juan Carlos Losada "La invasión de las suecas", afirmó que el aislamiento internacional de España habría sido más largo de no mediar la guerra fría, con aquel año 1949 en que se proclamó la República Popular China, los soviéticos probaron su primera bomba atómica y se produjo la guerra de Corea. "Desde entonces Washington –afirmó– encontró en España uno de sus satélites contra el comunismo. Desde 1950, en que empezó a llegar la ayuda americana, las cosas empezaron a cambiar".

Cuando se abrió la frontera francesa, contó el historiador, comenzaron a colarse los turistas, primero franceses llegados en masa, después ingleses, más tarde norteamericanos... En 1953 se establecieron vuelos entre Madrid y Nueva York, las cadenas norteamericanas Hilton y Sheraton abrieron hoteles en España y creció tan aprisa el fenómeno turístico que en 1960 los norteamericanos dejan aquí el 45 por ciento de todos los ingresos por este concepto. Franco tuvo que crear un ministerio específico.

La entrada de los tecnócratas del Opus Dei, de la mano de López Rodó y con la obtención de Navarro Rubio y Ullastres de dos ministerios, fue una clave de estos cambios. "Descubrieron que la economía era un desastre basado en la autarquía –dijo Cardona– y convencieron a Franco de que había que sentar las bases económicas que servían al resto del mundo desarrollado. En 1959 España estaba en quiebra técnica y decidieron coger el rábano por las hojas".

Nace el Plan de Estabilización que devalúa la peseta, reduce el gasto público, abre la ventana del turismo y deja marchar a millones de emigrantes a buscarse la vida al extranjero, con su consiguiente formación de divisas. En sólo 6 meses la economía española tiene un superávit espectacular, aunque el pato lo pagaran en principio los de siempre, los más pobres .

"Mientras crece el número de turistas –dice Cardona– la realidad diaria es lamentable y la vida oficial sigue inmersa en un mundo de misas, desfiles... Pero poco a poco los españoles fueron abriendo su mentalidad, cambiando sus costumbres, empezando a pensar que asomarse al exterior no era peligroso sino algo necesario".