Tener un vecino con la costumbre de escuchar excesivamente alta la televisión puede convertirse en un verdadero calvario. Sin embargo, la mayoría de los que infringen las normas de contaminación acústica suelen salir indemnes.

La condena de un vecino de Bilbao a dos años y tres meses de prisión por "desquiciar" con el aparato de televisión y el equipo de música al matrimonio que reside en el piso contiguo al suyo, ha resultado por ello ejemplar. El acusado, un médico de 64 años, ponía la televisión y la música "a tope" a diferentes hora del día y de la noche, llegando incluso a colocar los altavoces en una chimenea para ampliar el sonido del mismo. Los hechos se iniciaron en septiembre de 2005 y se han prolongado "durante largos periodos de tiempo".

En Vigo, vecinos de Casco Vello entienden bien la desesperación de esos ciudadanos. "Muchas personas llegan a cambiarse de casa porque convivir con los ruidos se hace insoportable y, en general, los ayuntamientos no hace caso de las protestas", explica Javier Quintana, presidente de la Asociación viguesa contra el ruido. Esta organización se ha topado con numerosos casos deseperados de personas que soportan cada día televisiones y radios a muy alto volumen y a altas horas de la noche, pero también otros casos más curiosos como "las campanas de una iglesia de Ponteareas, o aquel caso de la niña de Cangas que ensayaba en el piano y molestaba a sus vecinos, por no hablar por los problemas con el botellón", describe. "Esta sentencia nos parece muy adecuada y esperamos que cree precedentes y anime a denunciar a estos vándalos", indica Quintana, ya que lamentan que la mayoría de los afectados no llegan a ir a juicio "porque es muy largo el proceso y requiere una inversión económica que no todos pueden hacer". De hecho, el año pasado tan sólo un 23% de los afectados tomaron algún tipo de medida, según datos del Instituto Galego de Estadística.

En ocasiones, como sucede en el caso de Bilbao, los vecinos que exceden el sonido "éticamente aceptable" de las televisiones son personas mayores que alegan problemas de sordera, "pero también hay mucha gente joven que no tiene ningún respeto por los que viven cerca", apuntan.