"Esto queda para vos, para que a nena as lea cando sexa maior". Manuel Barros no podía creer que el testimonio de un hombre que nació en la aldea de Coruxo, trabajador en un astillero, pudiera resumir la historia de un país. No escribió sus memorias pensando en que un día las vería publicadas; su objetivo era sólo recordar a su familia cómo un chico de aldea consiguió superar la miseria más absoluta y "llegar a tener hasta una casa propia". Aún sin saberlo, dejó una fuente riquísima para los historiadores y para cualquier lector interesado en la historia del siglo XX vista desde abajo, desde las clases populares.

"O rapas da aldea. Memorias dun traballador (1918-1976)" es ahora, diez años después de su muerte, una realidad. La Fundación 10 de Marzo, con el apoyo de la Consellería de Traballo y en el contexto favorable del actual movimiento de recuperación histórica, ha publicado el libro que se presenta esta tarde en Casa del Libro de Vigo.

La obra permite conocer cómo era la vida de la gente común y el impacto en ella de grandes hechos, desde la I Guerra Mundial hasta la transición a la democracia en España; las dificultades del paso de la vida rural a urbana en la aldea de Coruxo de principios de siglo o el Vigo industrial de los años 60 y 70. "Para los historiadores es muy necesario contar con este tipo de testimonios y esperemos que el ejemplo de mi padre sirva para que se animen otros trabajadores a hacer lo mismo", sugiere Carlos Barros, hijo del autor e historiador comprometido. Él convenció a su padre para que escribiera su vida, a lo que accedió con enorme mérito, ya que nunca antes había escrito ni leído casi ningún libro. Finalmente, entre 1983 y 1987, cuando contaba con 64-69 años, reunió 873 folios que resumen sus ilusiones, sufrimientos, y líneas de vida; los suyos y los de muchos otros trabajadores que podrán verse reflejados en la vida de Manuel Barros.

Le animaron a escribir en su propia habla, sin complejos, algo que a él le costaba porque se sentía avergonzado a causa de no saber desenvolverse en castellano, "la lengua de la gente rica, instruida y urbana en aquel entonces", recuerda su hijo.

El protagonista es un obrero de ideología comunista, "admirador de una Unión Soviética, que tuvo una influencia enorme en los trabajadores en los años 30 y 40", explica su hijo, que fue fundador del Partido Comunista de Galicia.

Manuel Barros organiza sus memorias alrededor de los cinco objetivos que se impuso en la vida y cumplió. El primero era sobrevivir físicamente a la orfandad y al hambre, primero, y al golpe militar y a la guerra después. Ya en la posguerra, se propuso encontrar un buen puesto de trabajo: entró en el taller de Barreras en 1940 y allí trabajó 36 años, hasta su jubilación. Pero lo que de verdad le gustaba a Manuel era tocar su batería en las orquestas y lo hizo durante casi 30 años.

El tercer objetivo era casarse con la "única rapaza que eu quería: Carme Guimeráns Rodríguez. Mucha, como la conocen todos, tiene ahora 88 años. "Está contenta y muy sorprendida de que finalmente se hayan publicado estas memorias de su marido que tuvo, como ella dice, "una vida de sufridor". Tener un hijo fue su cuarto objetivo cumplido: "Decidimos non ter máis fillos, para así poder darlle a un o que lle podiamos dar a dous ou a tres", escribió Manolo. Carlos valora el esfuerzo que hicieron sus padres. "Sacrificaron mucho por mí y yo pensé que la manera de devolverles algo era militar en la causa de los trabajadores".

El quinto objetivo era construir una casa "grande". Una fotografía del libro muestra el hogar que construyeron con sus propias manos. "Plasma lo que en los años 50 era una casa grande y nueva para una familia de trabajadores en España", añade el historiador.

"O rapas da aldea" permite conocer a través de los ojos de un ciudadano más, grandes y pequeños hechos históricos como la grandísima manifestación del 1 de mayo de 1936 en las Travesas; el levantamiento militar del 19 de julio en Vigo, la visita de Primo de Rivera a Vigo en 1928 y la sobreexplotación de los trabajadores en la posguerra.

El relato de Barros también recoge las mejoras sociales en España durante el Franquismo como los primeros pasos de la seguridad social; la importancia de la asistencia social en su empresa o fenómenos hospitalarios avanzados como el Rebullón y, sobre todo, el INSERSO. Manuel se retiró en 1976 y, junto a su mujer, recorrió la España turística, antes prohibitiva para los trabajadores.

Como define su hijo, el libro es el "triunfo póstumo" de Manuel y de otros trabajadores anónimos que lucharon por la democracia.