La basílica de Santa María se quedó ayer pequeña para acoger a las decenas de pontevedreses que quisieron dar su último adiós a José Antonio Rodríguez Mouriño, fundador de las Rutas Cicloturísticas del Románico, y que falleció el jueves en Pontevedra a los 81 años de edad. Tras el funeral celebrado en la tarde de ayer, el entierro de este amante del arte y el deporte durante toda su vida se desarrolló en el cementerio de San Mauro.

Rodríguez Mouriño, casado y con tres hijos, había nacido en Cambados en 1937 pero desde niño estaba asentado en Pontevedra, donde era muy conocido no solo por su relación con la cultura y el deporte, sino también por estar al frente durante muchos años de la zapatería California que relevó al bar del mismo nombre y que regentó en la calle Michelena hasta su jubilación en 2009. De ahí venía el apodo con el que era conocido en toda la ciudad: Pepe California.

Fue en 1982 donde fundió sus dos grandes pasiones, el arte románico y el ciclismo, con la puesta en marcha de las Rutas Cicloturísticas, que sirvieron para divulgar y dar a conocer todos los monumentos de ese periodo artístico de la provincia con visitas realizadas en bicicleta y que llegaron a reunir a centenares de participantes. Su iniciativa contó con la colaboración del arquitecto Rafael Fontoira y de Francisco Cimadevila. El propio Fontoira contaba ayer que la idea surgió hace muchos años en Areas (Sanxenxo) donde el arquitecto y Pepe California veraneaban. De hecho, no era extraño ver cada verano y en otras épocas del año a Rodríguez Mouriño dando paseos por Sanxenxo y Portonovo, una afición que tuvo que dejar de lado debido a la enfermedad que finalmente no pudo superar.

Pero su legado quedará para siempre en la memoria de los pontevedreses, que ya añoran su bondad, capacidad de trabajo y y buen hacer, y sobre soto en aquellos que descubrieron las iglesias románicas de la provincia de la mano de las Rutas Cicloturísticas. Estos recorridos dieron paso una década después, en 1992, a la Fundación Cultural Rutas del Románico, que organizó ciclos de conferencias, conciertos y editó anualmente una revista con numerosos estudios sobre el románico gallego, muchos de ellos con bocetos y dibujos del propio Rafael Fontoira, y que llegaron a convertirse en una referencia para los estudiosos.