Cientos de pontevedreses saludaron esta mañana en las calles el paso de La Burrita, un desfile religioso que tradicionalmente marca el arranque de la Semana Santa y en el que los más pequeños de la casa fueron, un año más, los grandes protagonistas.

La jornada arrancó con el traslado de la imagen desde la parroquia de San José y su llegada a las escalinatas del convento de San Francisco, cuyo atrio es escenario cada Domingo de Ramos de la bendición de palmas y ramos.

Un tiempo primaveral animó a numerosas familias, buena parte de ellas con niños pequeños, a participar en la bendición y la lluvia dio una tregua durante esta consagración y hasta casi el final del desfile, de modo que no fue necesario acortarlo.

Siguiendo la tradición, los pequeños golpearon con sus ramas y palmas de olivos la imagen de Jesús entrando en Jerusalén.

Las bandas de dos cofradías, el coro juvenil de San Bartolomé, los sacerdotes de distintas parroquias de la ciudad y los integrantes de la Junta Coordinadora de la Semana Santa, así como numerosos fieles, acompañaron a la imagen en su periplo hasta la iglesia de San Bartolomé.