Estos planes cumple ya dos años desde su anuncio. El traslado afectará a una carnicería, tres puestos de ultramarinos y dos de fruta y verdura, únicos puestos que "sobreviven" en la planta alta. En ese espacio también se ubican dos bares-cafetería, que se quedarán en su lugar, así como una caseta de productos ecológicos que quiere formar parte del futuro espacio gastronómico.

En estos dos años se aprobó un nuevo reglamento que abre la puesta a este proceso está en vigor desde abril pasado. Esa normativa no solo permite el traslado de los vendedores, para concentrarlos en el bajo, sino que también admite una nueva modalidad para otorgar las casetas: un "alquiler" temporal hasta un máximo de cuatro años, que será la base para el espacio gastronómico y para adjudicar los numerosos puestos y bancadas que aún no tienen concesionario.

Este nuevo reglamento impone limitaciones para los nuevos comerciantes que quieran instalarse en el Mercado. De este modo, las iniciativas que conformen ese futuro espacio gastronómico, cuyo objetivo es atraer nuevos visitantes y clientes, no podrán competir con los actuales vendedores del recinto, hasta el punto de que si alguno de estos usos coincide con las actividades que se desarrollan en la planta baja, se podrá rescindir la autorización.

Productos gourmet, actividades culturales y de promoción e incluso punto de encuentro para degustaciones y de promoción turística son algunas de las propuestas sobre la mesa, pero siempre sin afectar a los vendedores tradicionales. A día de hoy ya hay alternativas consolidadas, como la Setima Feira, que se celebra muchos fines de semana, o la ludoteca Ganapán, en funcionamiento desde hace más de un año.