Hay un pequeño rincón en la comarca del Umia donde la Navidad preserva intactos valores como la unión, el compañerismo y la ilusión. Ese lugar escondido en el municipio de Cuntis se llama Cardecide. Y ayer llevó a cabo un año más su tradicional encendido de las luces navideñas, que impregnan al pueblo de un ambiente incomparable e idílico.

Desde hace unos años hasta hoy, un grupo de jubilados agrupados en la asociación San Roque promueve que todas y cada una de las 22 familias que residen en la parroquia decoren sus casas con adornos y luces propias de estas fechas para transformar el lugar de Cardecide en un "pueblo de juguete" que cada vez traspasa más fronteras y recibe decenas de visitantes por estas fechas.

Precisamente ese aspecto bucólico de cuento de Navidad es el que hace que Cardecide sea parada obligada para muchas familias con niños, que "alucinan" cuando ven el pueblo totalmente iluminado con motivos propios de las Pascuas.

Así lo explican los vecinos, que ayer vieron incrementado su número al tratarse de un día "muy especial". "Normalmente vivimos unos 60 ó 70. Pero hoy (por ayer) todos invitamos a las familias y organizamos una chocolatada", destacaba Carmen Cajide, una de las personas más activas a la hora de promover esta tradición.

De hecho, este fenómeno surgió en la familia de Cajide, cuando Miguel Vázquez decidió, tras casarse y asentarse en Cardecide, comenzar a iluminar su árbol. A día de hoy, ese abeto mide 12 metros y se ve desde todo Cuntis. Para decorarlo, sus propietarios instalan 5.000 lámparas LED que lo convierten en la referencia navideña del pueblo, del municipio y de toda la comarca. Este es el caso más paradigmático y espectacular, pero ahora, cada familia decora sus árboles y casas con adornos que convierten al pequeño lugar en un festival de luces de colores.

Pero más allá de lo estético, Cardecide mantiene esta tradición por lo simbólico. La "solidaridad" y la "unión" son las palabras más repetidas por un pueblo que, en época de despoblación, mantiene su unidad y permite cohesionar generaciones. No en vano, eso es precisamente lo que significa el espíritu navideño.