Viven más cerca que nadie del embalse de O Pontillón do Castro, pero siguen sin tener agua corriente y alcantarillado. Son los vecinos de Verducido, que afrontan semanas complicadas debido a la sequía. Como dice el refrán: "En casa de herrero, cuchillo de palo".

Algunos comparten agua con familiares, otros han tenido que hacer obras en sus pozos para ganar en profundidad y otros han optado por racionar un recurso que ha comenzado a escasear en pleno otoño, cuando más tenía que llover. No recuerdan una sequía igual y se muestran preocupados por como se pueda presentar el resto del invierno si siguen sin registrarse precipitaciones.

Alfonso Martínez, "el andaluz", como le llaman sus vecinos, es de Jaén, pero lleva 30 años viviendo en el lugar de Bordel, en Verducido. Asegura que "este año ha sido increíble". Su vivienda depende de un pozo artesanal que ha estado en grave riesgo de secar. Precisamente estos días, ha tenido que acometer obras para darle más profundidad. Ahora, con 15 metros, uno y medio más que hace unas semanas, vuelven a tener agua de calidad.

"Los problemas comenzaron en el último mes, cuando solo teníamos 30 centímetros de agua, por lo que siempre te arriesgabas a que tuviese tierra, etc. Al retirar el primer saco de arena se recuperaron 14 calderos en 12 horas", explica.

"Ya en época del alcalde Cobián se habló de poner agua corriente a la aldea, pero seguimos sin ella y sin alcantarillado, justo aquí, donde tenemos el embalse. Me parece muy bien que se arregle el centro de la ciudad, porque así debe ser, pero en el rural seguimos sin muchos servicios y nosotros también somos contribuyentes", se lamenta este vecino.

En la casa de Juan Silva, también en Bordel, todavía no les ha secado el pozo, pero han tenido que tomar medidas drásticas en el consumo de agua, ya que la falta de lluvias no les permite ya no hacer el mínimo derroche, sino utilizar este recurso como venían haciendo habitualmente.

"Este pozo es particular. Y el agua la usamos para nosotros, para la casa, para la cocina, baños, lavadora... pero también para los animales y para las fincas. Estamos controlando mucho el consumo", asegura Juan Silva.

De hecho, para estos últimos fines llegaron a usar agua que recogían de la lluvia con calderos bajo las cornisas de la casa, para recoger la que caía de las goteras.

La situación le preocupa a la familia, que nunca recuerda tal falta de agua. "Aquí nunca habíamos tenido problemas antes porque nunca habíamos sufrido la sequía así", reconoce.

El agua que Teresa Ogando y su familia consume proviene de un depósito que comparte con su suegra en la propiedad de esta última, a unos 400 metros. "Solicitamos nuestro propio depósito hace siete años, pero no nos lo concedieron. A los vecinos más nuevos ya no se lo dan", dice la vecina, que no tiene pozo y que vive en el lugar de Bordel desde hace 13 años. Usa esta agua para el consumo de la vivienda, pero para los animales y otros menesteres, la de la presa.

También ella se muestra preocupada por la sequía y, como sus vecinos, coincide en decir que "no recuerdo nada igual".