"Estaba enfadado porque llevábamos unos días que no me hacía de comer ni nada", declaró A.C.B. en la primera sesión del proceso en el que se le juzga por intentar matar a su pareja acuchillándola. "No le dije que mala eres de matar, le dije: ven cariño que no te mato", aseveró ante el tribunal de la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, especializada en delitos de violencia sobre la mujer, para contradecir la versión de la víctima.

El proceso que comenzó ayer fue suspendido y aplazado hasta el martes 10 de octubre, al no acudir un testigo cuya declaración la fiscal considera fundamental para la calificación final. Se trata de un vecino a cuya casa acudió la víctima a pedir auxilio tras sufrir el ataque del agresor. Este testigo no fue localizado por el juzgado para la sesión iniciada ayer.

Una perito forense declaró que el acusado sufre un retraso mental moderado, tiene un coeficiente mental bajo y un trastorno hipocondríaco. Está sometido a tratamiento psiquiátrico desde 2014. Explicó a la sala que el acusado tiene alterada su voluntad por episodios de ansiedad y angustia que se agravan cuando no toma su medicación.

Los hechos de los que se le acusan se produjeron en la madrugada del 22 de octubre de 2015, cuando ambos se encontraban en un domicilio de Valga. Según el escrito de acusación de la fiscal, el acusado utilizó dos cuchillos para apuñalarla en "reiteradas ocasiones" con la intención de causarle la muerte. No obstante, la mujer pudo salir de la vivienda y escapar, pero el acusado, supuestamente, le dio alcance y la volvió a apuñalar "varias veces" y "le golpeó la cabeza contra un muro".

Se le acusa de un homicidio en grado de tentativa en el que concurren las circunstancias agravantes de parentesco y de abuso de superioridad y la atenuante analógica de alteración psíquica por lo que la fiscal solicita una pena de 9 años y seis meses de prisión.

El acusado ya estuvo privado de libertad por estos hechos entre el 6 de noviembre de 2015 y el 16 de febrero de 2016, fecha en la que se impuso al acusado la prohibición de aproximarse a la víctima, a su domicilio o lugar de trabajo, además de no poder comunicarse con ella. Se le prohibió también la entrada o residencia en la localidad de Cangas, una medida cuyo cumplimiento además está siendo controlada por medios telemáticos. En la misma sesión del juicio este dispositivo telemático se activó en varias ocasiones, haciendo sonar una alarma, al encontrarse en la misma sala víctima y acusado.

La mujer declaró en el juicio que el hombre llegó a ponerle un cuchillo en la boca con la intención de "cortarme la lengua", quitándole un diente, además de acuchillarla en varias zonas del cuerpo, tanto en la cama en un primer ataque, como mientras trataba de escapar, ya fuera de la vivienda. También declaró que "me dijo que iba a coger el hacha para cortarme en cachos y tirarme al río".