Aunque la propia defensa señalaba a la posibilidad de una excesiva ingesta de alcohol pudo ser la causa del "episodio de agitación psicomotriz" que llevó al acusado a este "estado de agitación y agresividad muy grave" y que afectó gravemente a su facultades "volitivas e intelectivas"; la Audiencia señala que no hay pruebas de que el origen de esta afectación fuera la intoxicación etílica.

En cualquier caso, sí consideran que quedó demostrado que el hombre tenía las facultades mentales alteradas, aunque sin llegar a anularlas. Concluyen esto tanto por el informe de los forenses como de las propias testigos que repitieron en varias ocasiones que el acusado "estaba como poseído", "loco perdido" o que "en aquel momento era un demonio".