El empresario de Ponteareas acusado de estafar a Toyota al enviarle contenedores llenos de arena en lugar de polvo catalítico, negó en el juicio que comenzó ayer en la Audiencia de Pontevedra las acusaciones y alegó que la multinacional japonesa pretendía adquirir su empresa, "líder en el sector en España", afirmó, y que al no conseguirlo empezó a enturbiar las relaciones y a no pagarle los envíos. Algo que negaron por completo los representantes de Toyota que acudieron a la primera sesión del juicio.

El industrial argumentó que Toyota -a través de un representante en Europa- quería hacerse con el sistema diseñado por él mismo para depurar el polvo catalítico y que intentó adquirir el 50% de su firma, que facturaba 5,5 millones de euros, aportando solo 1,5 millones, a lo que el empresario se negó. Sería después de esta negociación fallida cuando la multinacional -según el acusado- empezaría a sabotearle y a no pagarle la mercancía.

El fiscal pide para este empresario gallegocubano, J.A.F., una condena de seis años de prisión y multa, por un supuesto delito de estafa. El ministerio público reclama además que indemnice a la empresa japonesa con casi un millón de euros, por el dinero que Toyota pagó por los contenedores de material falsificado.

La sección cuarta de la Audiencia de Pontevedra juzga esta causa procedente del juzgado de Instrucción 2 de Ponteareas, que continuará mañana con testimonios desde Londres y Japón a través de videoconferencia.

La acusación se dirige contra J.A.F. administrador y socio único de la empresa New Tec Reclyyng S.L., con domicilio en Ponteareas, al que según el fiscal, y la propia Toyota, este empresario envió un total de 36 contenedores, entre los meses de junio y agosto de 2009, cargados con arena común y lana, en lugar del polvo catalítico comprado por la multinacional japonesa.

Toyota habría abonado por este producto la cantidad de 921.848,47 euros correspondiente al 80% del precio convenido. Los envíos del falso polvo de metales precioso se realizaban a la sede de la multinacional, en Japón. Según la acusación, después de nueve envíos de polvo catalítico sin incidencia alguna, se estableció una relación comercial de confianza, tras la que vendrían diferentes envíos de arena y lana.

A la vista celebrada ayer acudieron representantes de la multinacional japonesa, que aseguran que los contenedores salieron de Galicia llenos de "arena y basura" principalmente y que los inspectores que los revisaron previamente solo tenían acceso a una pequeña parte del contenedor en la que sí había polvo catalítico, con lo que aceptaban el producto que salía precintado de su lugar de origen.

Representantes de Toyota en aquellos años explicaron ante el Tribunal que no se pagó el 20 por ciento restante de la mercancía al detectar el fraude, por lo que reclamaron al empresario el 80% ya pagado previamente. Aseguraron también que a la recepción de la mercancía comprobaron el contenido tanto un notario japonés como representantes de la propia empresa.

Uno de estos representantes de la multinacional aseguró que J.A.F., fue quien contrató el transporte desde Galicia hasta Japón, mientras que eran los compradores quienes se hacían cargo del seguro de la mercancía, contradiciendo al acusado, que afirmó que no contraba el transporte y sí el seguro.

Los contenedores llenos de "arena y basura", dijo un representante de la empresa, continúan a día de hoy almacenados en Japón y ocasionando gastos de almacenaje.

Negaron además que durante esta relación comercial se hiciese una oferta de compra por New Tec.

Otro de los testigos, en representación de la empresa, indicó que él mismo hizo la inspección en New Tec antes de que el contenedor partiese rumbo a Japón, utilizando para ello una cata que entraba en el contenedor de forma vertical, no oblicua. En opinión de este testigo, el presunto fraude solo se podía haber hecho en la empresa ponteareana porque de allí partían sellados hasta su destino. A preguntas de las partes este inspector, que vio el sellado de los contenedores en Galicia, indicó que con posterioridad al envío supo, a través de la empresa, que había un dispositivo que impedía que la cata alcanzase la arena.

El tercero de los representantes de Toyota asistió a las inspecciones de los contenedores 10 al 14. Este testigo apuntó que si los sellos de los contenedores se hubiesen manipulado en el camino de Galicia a Japón, la Aduana del país asiático lo habrían informado a las autoridades y a la empresa. No fue el caso, aseveró.

"Nunca vi arena"

Por último, en la primera jornada de este juicio declaró una ex empleada de J.A.F., quien aseguró que nunca vio arena en las instalaciones de la empresa, que nunca observó nada raro en la manipulación de los contenedores, que eran rellenados en un periodo de "entre siete u ocho horas", creía recordar, y posteriormente sellados por los propios empleados, que tenían a su alcance los sellos que posteriormente los lacraban y que consistían en unas pegatinas con el logotipo de New Tec que se encontraban en la oficina al acceso de todos los empleados.