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Olatz Mayobre: "Yo donaré todo lo que valga de mí, desde mis ojos hasta mi piel"

"Hoy en día un riñón te puede durar treinta o cuarenta años", asegura

Olatz Mayobre, ayer en Pontevedra. // Gustavo Santos

A la marinense Olatz Mayobre le realizaron un trasplante de riñón hace doce años en el hospital de A Coruña. Ahora, tanto tiempo después, no se cansa de celebrar la decisión previa de su donante, una joven que falleció en accidente de tráfico.

-¿Doce años es una vida muy larga para un riñón?

-No. Hoy día es algo normal. Con los años esto ha evolucionado mucho. Hoy día un riñón te puede durar treinta o cuarenta años. Antiguamente no, quince años ya era muchísimo.

-¿Cuándo comenzaron sus problemas con el riñón?

-Pues es algo curioso, porque en mi caso nunca llegaron a saber cómo se me deterioraron los riñones. No saben si fue por alguna enfermedad previa y su tratamiento, que me pudo dañar los riñones, o porque nací con ellos mal y se fueron deteriorando. Un día, al ir a orinar, sentí dolor. Fui al médico y le pareció muy raro. Me hicieron una analítica, en la que vieron que perdía sangre y proteínas por la orina. Tuve la enfermedad mucho años, aunque los riñones me seguían funcionando. Se fueron deteriorando hasta que en unos siete años ya comencé con la diálisis y a los pocos meses me hicieron el primer trasplante. Ese primer trasplante no salió bien porque se me generó una trombosis y me tuvieron que efectuar un segundo, un año y pico después, con el que llevo unos 14 años. Con este estoy de maravilla, ni uno mío me iría tan bien (risas).

-¿Tuvo que esperar mucho por los trasplantes?

-No, tuve la grandísima suerte de que los riñones que me buscaron eran muy compatibles conmigo. En el primero llevaba seis meses en espera, algo increíble. Para el segundo ya llevaba un año y algo.

-¿Llegó a hacer diálisis?

-Sí, en las dos ocasiones. Opté por la peritoneal, porque la de hospitalización me parecía mucho más agresiva y con restricciones muy duras. Con la peritoneal haces una vida más normal y la haces tú en casa. Solo tienes que cuidar la higiene, que es muy importante. Yo tenía una habitación para este fin.

-¿De qué manera le condicionó esta situación?

-Yo, cuando hacía la diálisis, no trabajaba todavía. Tu vida mejora muchísimo cuando lo dejas, porque puedes tener problemas de infecciones, tienes malestar... Pero hay muchas personas que trabajan igualmente, aunque no es muy cómodo. Ahora, con el trasplante, estoy genial. Tengo la grandísima suerte de que mi cuerpo lo ha aceptado mejor que bien. Tomo poquísima medicación, las analíticas me dan maravillosas siempre... Siempre que he ingresado en el hospital ha sido por otros motivos, no por el riñón.

-¿Se cuida de alguna manera especial?

-Me reñirá mi médico por decir la verdad, pero yo no hago nada especial. También es cierto que yo no fumo ni bebo, pero llevo una vida normal. Le echo sal a las comidas normal... Hago una vida normal.

-¿Qué mensaje le daría a las personas que dudan sobre la posibilidad de hacerse donantes?

-Yo les diría que da igual que se lo hagan en carné o que tengan una ficha o no, pero sí que es importante que lo hablen en casa, como se habla de cualquier otro tema. Padres e hijos deben decirlo, para que sus familias lo sepan. Total, cuando nos vamos, ya no nos hace falta nada. La familia tiene la última palabra. En mi familia pensamos que todo lo que se pueda aprovechar, se aproveche. Yo donaré todo lo que valga de mí, desde mis ojos hasta mi piel. ¿Para qué quiero yo eso si le puedo dar a otra persona calidad de vida? Lo que pasa es que a veces solo somos conscientes cuando nos pasa en casa.

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