Yasir Mehmood, paquistaní que lleva viviendo en Pontevedra desde el año 2005, tiene un kebab en la zona monumental. Antes de llegar a la ciudad estuvo trabajando en Abud Dabi, Turquía, Grecia, Italia y Francia.

En su primer día de Ramadán de este año trabaja de forma intensa como en otro cualquiera. Acaba de llegar del reparto de comida a domicilio y hace calor, pero que no por ello va a sucumbir a beber algo de líquido antes de la hora convenida. Trabajar entre comida en el pequeño restaurante no le hace caer en una tentación que iría contra sus principios religiosos y morales. El hecho de que el negocio esté en una ciudad occidental le permite no dejar de ganar dinero durante el mes del Ramadán y no considera un sufrimiento ni una suerte de "tortura" soportar el olor a comida antes de que llegue el atardecer.

"No es difícil, porque llevo 12 años así. Los primeros días, la primera semana, puede parecerte algo más duro, pero después ya te acostumbras y es algo habitual", reconoce.

Las últimas horas

La parte del día que se hace más complicada para cualquier musulmán durante el Ramadán son las últimas horas, cuando ya se acerca el momento de poder ingerir alimentos y bebidas. "Hay que evitar las discusiones, las peleas, porque esa es la manera en la que tienes que pasar el resto de tu vida", recalca Mehmood.

El joven preparó con Cruz Rojas los exámenes de cultura e idioma para optar a la nacionalidad española. En su país estudió Bachillerato y comenzó Medicina, pero entonces se vio obligado a emigrar en busca de una vida mejor. Todo apunta a que, aquí, con su negocio, parece que la ha encontrado.