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Cinco vidas segadas en Salcedo

Se cumplen 80 años de los asesinatos perpetrados por los golpistas de 1936

Juan Manuel Gómez Corbacho.

Se cumplieron ayer 80 años del fusilamiento de Ramón y Consuelo Acuña, tras la redada que en 1936 costó la vida a cinco personas en Salcedo. Para recordarlo, este sábado se realizará un homenaje a todas las mujeres represaliadas, resistentes y solidarias de esta parroquia.

El acto recuerda que hace 80 años, los hermanos Consuelo y Ramón Acuña fueron fusilados en el Malecón de Monte Porreiro. Era el 14 de diciembre de 1936. No cometieron delito alguno, pero los fascistas acabaron con su vida porque habían tenido escondidos en un trastero de su propiedad a Manuel Gómez Corbacho y Manuel Méndez Montes, dos sindicalistas que luchaban por la justicia social y la igualdad. Con ellos ya acabaron dos días antes, cuando le prendieron fuego al cobertizo de la Casa da Torre de Salcedo con ellos dentro.

Pero la masacre no remataba ahí. El día 19, la injusticia y el terror avanzaba con el fusilamiento de Elvira Lodeiro, la compañera de Gómez Corbacho. Ella aseguró estar embarazada, pero este hecho solo hizo retrasar unos días más su muerte. Cuando la fusilaron temblaba tanto que no era capaz de sostenerse en pie.

Huérfanos

Cinco vidas segadas y tres huérfanos: las dos hijas de Elvira y Manuel, que ya nunca más se volvieron a ver, y el hijo de Consuelo, un menor con discapacidad al que golpearon porque creían que estaba fingiendo.

Aunque este fue el suceso más terrible, fue uno de los muchos de los que ocurrieron en Salcedo después de julio de 1936. La parroquia era una de las más activas de Pontevedra en el movimiento agrario, obrero y de izquierdas, hecho que la convirtió en una de las parroquias más atacadas tras el golpe de estado, castigando los reaccionarios a la lucha de la gente trabajadora con la muerte, la cárcel, rape del cabello y muchas otras formas de insulto.

Implicado con la lucha obrera también estaba Manuel Méndez Acuña, que permaneció unos días huido en el monte pero decidió volver a casa porque su mujer, Estrella Pintos Iglesias, estaba embarazada por tercera vez. Una noche los detuvieron a los dos y los llevaron al campo de la feria. Los metieron juntos en un cuarto y le pegaron tanto en ella delante de él que perdió el bebé que esperaba. Antes de quedar libre, Estrella vio como lo torturaban a él, después lo pasearon por el entorno con una corona de espinas y lo asesinaron. Su cuerpo no apareció nunca.

Tampoco apareció jamás el cuerpo del cantero Abelardo Sobral, aunque se cree que puede estar fondeado en la ría. Era de Salcedo y se casó con Hermosinda Lamoso, de Postemirón, y fue en Vilaboa donde ejerció su actividad sindical.

Tras el golpe, el local de la Sociedad de Agricultores y Obreros de Vilaboa fue incautado y lo convirtieron en el cuartel de falangistas y cívicos. Allí fue torturado Abelardo tras su detención el 17 de octubre de 1936. Dejó tres hijos y a su mujer embarazada de la cuarta.

El dirigente agrario José Gallego Acuña, vicepresidente del comité organizador del congreso agrario celebrado en 1935 y concejal pontevedrés por la candidatura agrario obrera en 1931 también fue brutalmente asesinado. Tras el golpe le instaron a huir al monte con otros compañeros pero se negó. Apenas unos días después, en la madrugada del 24 de agosto, fueron a buscarlo a su casa de A Ruibal y tras torturarlo durante tres días, lo asesinaron y abandonaron su cadáver, con los genitales en la boca, en el puente pequeño de Pontesampaio.

El día que fueron a buscarlo le dieron una paliza a su mujer, Josefa Peleteiro Rial, dañándole el hígado y provocándole una dolencia que le causaría la muerte cinco años más tarde. Para huir de la persecución, su hija Manuela pasó una temporada en Raxó y a la vuelta se convirtió en enlace de los del monte, entre los que estaba el padre de su hijo, Emilio Méndez Montes.

Mujeres

Ni a la lucha ni a la represión posterior fueron ajenas las mujeres de la parroquia, hondamente implicadas en una movilización que básicamente buscaba reducir las desigualdades, acabando con los abusos que llenaban de hambre a sus familias. Hubo asesinadas, rapadas, depuradas como maestras, encarceladas, les dieron palizas, etc.

Por eso este sábado, ellas serán las homenajeadas en un acto en la parroquia de Salcedo. Será un acto de memoria y de pagar una deuda 80 años después, con todas esas personas que dieron su vida y que sufrieron para que hoy todos podamos disfrutar de derechos democráticos.

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