Los olores que emanan de tres plantas de compostaje ubicadas a dos kilómetros de las casas causan graves molestias en el madrileño barrio de Vallecas. Sus vecinos lamentan que el impacto ha minado su calidad de vida y han decidido llevar ante la Justicia la que consideran una mala gestión de estos recintos de titularidad municipal y adjudicados a una empresa. Creen que tanto el centro de residuos de Valdemingómez como cualquier factoría de este tipo tendría que estar a un mínimo de cinco kilómetros de las viviendas para evitar molestias a los ciudadanos.

-¿Qué molestias está causando la planta de compostaje en Vallecas?

-Aquí tenemos tres plantas de compostaje, en un polígono de Valdemingómez. La principal molestia en un recinto de este tipo es el olor. Su impacto depende de si la planta es a cielo abierto o es de las que se denomina de túneles cerrados. A cielo abierto es evidente que hay olor. Al fin y al cabo es basura descomponiéndose. Las de túneles cerrado también pueden provocar mal olor si las cosas no se hacen bien. Los biofiltros tienen que sustituirse y los procesos deben seguir un estricto seguimiento. Aquí no se está actuando como se debe y tenemos olor tanto de la que está al aire libre como de las dos de túneles cerrados.

-¿A qué distancia están las viviendas de estas plantas de compostaje?

-Estamos a escasos dos kilómetros, la distancia mínima que fija aquí la legislación. Pero la distancia debería ser mayor independientemente de la capacidad que tenga la planta. Estimamos que no tendría que haber casas construidas en un radio de cinco kilómetros. Sería la distancia mínima. Hoy en día se generan muchos residuos en cualquier ciudad y para conseguir que no haya molestias estas plantas tendrían que estar lo más lejos posible de la población. En Madrid el olor llega más allá de nuestro barrio, nos lo dicen vecinos de otros distritos y lo percibimos nosotros cuando vamos por otros lugares de la ciudad.

-¿Cómo describiría ese olor? ¿Cada cuánto se percibe?

-No hay un patrón periódico. Depende de la dirección del viento, de si llueve o no, de la niebla... En general los días que hay nubes se nota más, no dejan escapar el olor y éste se dispersa más por el suelo. Si hay viento fuerte sí que se dispersa enseguida. ¿Y describir el olor? Pues en realidad son olores de distinto tipo. Se mezclan. A veces se puede notar olor a basura fresca, otro de aceite pútrido y también en ocasiones a gas, porque también hay una planta de biometanización. Los niveles de olor son bastante vomitivos.

-¿Y cómo está afectado esta situación a la calidad de vida de los ciudadanos?

-Imagínese. Hay días que incluso con las ventanas cerradas la casa se queda impregnada de esta peste. No se puede vivir así. Por la calle parece que vas masticando basura.

-¿Qué aspiraciones tiene el movimiento vecinal? ¿Han pensado en acudir a la Justicia?

-Sí, vamos a ir a los tribunales. Hemos tenido el apoyo de la Defensora del Pueblo y también hemos comenzado una campaña de crowdfunding para costear el abogado y demás gastos. Nosotros lo que pedimos es que las cosas se hagan bien y que funcionen como tienen que hacerlo. Sabemos que trasladar Valdemingómez es algo utópico y además solo serviría para mandarles a otros el problema.

-El proyecto para Pontevedra está levantando recelo entre los vecinos de los núcleos más próximos. Después de casi 10 años de conflicto en Vallecas, ¿qué consejo les daría?

-Les diría que intenten llegar a acuerdos con los gestores para garantizar un continuo seguimiento al funcionamiento de la planta, además de que exijan que ésta se construya basándose en estudios que sean totalmente serios y públicos. Que lo peleen bien. Y que pidan medios para medir el impacto. Igual que cuando se denuncia un exceso de ruido la Policía Local usa un aparatito para medir los decibelios, también lo hay para registrar la intensidad de los olores.