La seriedad y disciplina castrense dieron paso ayer a la emoción contenida cuando el menor Raúl Ucha recogía de manos del general Luis Cebirán Carbonell la cruz al Mérito Militar con distintivo amarillo que, a título póstumo, concedían a su padre. Era su único hijo y muchos de los presentes veían en este niño la determinación de su progenitor.

Corría el mes de mayo de 2013 cuando el cabo primero Pablo Ucha, que tenía 40 años y estaba adscrito a la Policía Militar, fallecía de manera repentina en la propia base General Morillo al concluir el entrenamiento matinal. Había ingresado en el Ejército en 1991 y toda su carrera profesional estuvo ligada a Pontevedra.

Aunque la más emotiva no fue la única condecoración entregada. Las más significativas desde un punto de vista profesiobnal fueron, sin duda, los siete reconocimientos al Valor de otros tantos militares del Batallón de Zapadores de la Brilat por los trabajos de desactivación de explosivos realizados en Afganistán, con los que contribuyeron de manera determinante a garantizar la integridad física de la población del país asiático.