"En Calor y Café ahora vemos gente que era impensable que nos pidiese ayuda", explica Pilar Daporta, representante de la organización benéfica que a diario ofrece desayunos, cenas o, llegado el caso, una cama a personas en situación de grave riesgo social. Desde hace meses, en su albergue aparece un nuevo perfil de usuario: generalmente un varón en la mediana edad que nunca perteneció a la pobreza estructural (tuvo acceso al sistema educativo, la sanidad, una vivienda etc) y al que la crisis ha situado al borde de la exclusión.

Es un perfil que también se repite entre el medio millar de familias que reciben ayuda del Club de Leones o en el comedor de San Francisco, otras dos organizaciones que ayer recibieron los alimentos recogidos en los últimos días por los funcionarios municipales.

"Son personas formadas, por ejemplo un informático de carrera o incluso tuvimos un director de un banco, que se han quedado fuera del circuito laboral y de la sociedad y ya no son capaces de volver a meterse dentro, sus posibilidades de incorporarse de nuevo al mercado laboral son actualmente casi nulas", añade Pilar Daporta.

En paralelo a este cambio en el perfil de los afectados por la pobreza, crece el número de demandantes tanto en los comedores sociales como en los albergues y organizaciones benéficas. Gonzalo Diéguez, al frente del comedor de San Francisco, señala que este aumento se ha acrecentado en los últimos meses y actualmente alrededor de 115 o 120 personas acuden a diario al convento.

También se constata este incremento en Calor y Café: "Poco a poco", indica su portavoz, "se ha ido notando que aparecían cada vez más usuarios, al principios teníamos doce plazas y eran esos los que acudían a dormir, a desayunar y a cenar, pero desde hace ya unos meses además de esa gente va otra tanta a cenar y por la mañana vuelven, desayunan y se duchan. Ahí si se nota".

A todas las familias que ayudan estas organizaciones benéficas (también el Club de Leones, Cáritas, Rexurdir Provincial y la Fundación Meniños) se destina la tonelada de alimentos no perecederos donada por los funcionarios municipales, que hacen posible que las ONG confeccionen bolsas con legumbres, pastas, fruta etc pero también con productos como biberones, que la Fundación Meniños repartirá entre las familias necesitadas que cuentan con lactantes.

A mayores, esta fundación repartirá los juguetes recogidos gracias a la iniciativa de la Asociación de Jóvenes Empresarios, que también celebrará mañana una gala en el Pazo cuyos asistentes donarán regalos para los más pequeños.

Por su parte, Manos Unidos inaugurará el próximo día 17 un rastrillo solidario para recaudar fondos para proyectos en el Tercer Mundo. Y es que en plena crisis, si algo constatan las ONG es la generosidad de numerosos vecinos anónimos: a menudo, los que menos tienen son los que más sienten la necesidad de dar.