La Brilat es una brigada eminentemente "gallega" y no solo porque lleve el nombre de la Comunidad Autónoma. Lo es por su localización, por el origen del grueso de sus efectivos y por las sinergias económicas, laborales y sociales que genera.

Siete de cada diez militares destinados en la base General Morillo de Figueirido, sede principal de la Brigada de Infantería Ligera Aerotransportable "Galicia" VII son gallegos –el 72% según fuentes de Defensa– y entre ellos son mayoría los oriundos de la provincia de Pontevedra.

Este dato sin embargo no debe ocultar el hecho de que es una Brigada, como todas las del Ejército, receptora de profesionales de cualquier punto del Estado y abierta a incorporaciones de soldados de origen extranjero. Desde que las Fuerzas Armadas abrieron sus puertas a los inmigrantes en el año 2002, las incorporaciones han ido in crescendo, dentro de los topes admitidos por el reglamento castrense, superando a día de hoy en el caso de la Brilat el 10% de sus efectivos.

La Brigada de Infantería Ligera "Galicia" VII admite, como está reglado, solo inmigrantes originarios de Latinoamérica –de 17 países tras quedar excluida Cuba hace un par de años de la relación inicial– y de Guinea Ecuatorial. En la base General Morillo solo hay soldados extranjeros hispanoamericanos siendo Colombia y Ecuador las nacionalidades más repetidas.

La milicia inmigrante puede encadenar contratos en las Fuerzas Armadas españolas por un período máximo de seis años aunque si solicitan la nacionalidad española pueden prorrogar tres años más el compromiso. Si se convierten en ciudadanos españoles como cualquier otro nacional pueden optar a un contrato de larga duración.

En el acuartelamiento pontevedrés trabajan alrededor de 2.500 personas, de las que algo más de 200 son civiles adscritos a las distintas empresas concesionarias de servicios auxiliares de la base. Por tanto los soldados inmigrantes suman una cifra aproximada de 250 efectivos.

Los datos, recalcan fuentes militares, son aproximados debido a la movilidad propia de la carrera militar y a las periódicas incorporaciones derivadas de la oferta pública de empleo. De hecho en enero está prevista la llegada a la base General Morillo de un centenar de nuevos soldados.

Cuatro años antes de la incorporación a filas de inmigrantes, el Ejército había abierto las puertas a las mujeres. En la Brilat de Pontevedra rondan el 12% de los efectivos y están presentes en todas las unidades, destinos y actividades. Una presencia que ha llevado a la Brigada de Infantería Ligera "Galicia" VII a tener el triste honor de que una de sus soldados, la lucense Idoia Rodríguez, se hubiese convertido el 21 de febrero de 2007 en la primera mujer militar española fallecida en una misión internacional. Fue en la localidad afgana de Herat.

Veintitrés años después de que la teniente coronel Patricia Ortega, del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Tierra, se hubiese convertido en la primera mujer en incorporarse a las Fuerzas Armadas en España, las militares, aunque minoría, han dejado de ser una excepción.

Otras pioneras como Rosa María García Malea, la primera mujer piloto de avión de caza y combate o Esther Yáñez, primera en comandante de un buque de guerra, han a abierto caminos que ya no tienen vuelta atrás, máxime cuando al frente del Ministerio de Defensa está (en funciones) por primer vez también una mujer: Carme Chacón.