"¿Va a traducir al castrapo? ¿Al ortopédico? Entonces sigo en gallego" bromea Antón Lamazares frente a una de las obras que figuran en la retrospectiva que hoy abre sus puertas en el sexto edificio del Museo. Es una gran selección de 120 dibujos, maderas, piezas bifrontes, etc,, que testimonian su trabajo en los últimos treinta años, su capacidad para conservar el asombro a pesar de la experiencia, para continuar aldeano a pesar de su vida en Berlín y mantener su pacto con una poblada soledad que le permita hacer de su pintura poesía.

–¿Qué presenta en esta retrospectiva?

–La selección es de la comisaria, Gloria Moure, y repasa 30 años de los casi 40 que llevo trabajando, hacemos una selección de obras realizadas entre 1980 y 2010, es una pequeña visión de mi trabajo y ella seleccionó las obras tratando de hacer una muestra nueva, curiosa y sensible sobre mi trabajo.

–¿Cómo es la experiencia de enfrentarse a su pasado como pintor?

–Es necesario, es como ver a los amigos, que hay algunos que están bien y otros no tanto, es bonito, aprendes e, insisto, es algo necesario si quieres tener una visión sobre tu propio camino.

–¿Qué es hoy Antón Lamazares y qué es su obra?

–Yo sigo siendo un rapaz que está con las vacas en mi aldea, en Maceira, en Lalín, y quiero pintar mis cuadros cada día mejor. Lo único que veo es que las cosas que quería contar aún no se contarlas y vamos a ver si soy capaz de contarlas.

–¿Nos enseña algo el arte?

–El arte no enseña nada, el arte es una actitud delante de la vida, por encima de todo una actitud de contemplación, de respeto al misterio, de asombro delante de la vida y hay algo que es esencial en la vida, en el alma, de las personas y que se llama poesía. Y quien enseña es la poesía, si no hay poesía no es nada, un pintor que no tenga poesía no tiene nada en realidad.

–Está afincado en Alemania y antes vivió en diferentes países ¿un nómada de aldea?

–No, no, en absoluto: yo soy sedentario, vivo en Berlín pero estoy siempre en Maceira, siempre en mi aldea y siempre en mi infancia. Mi trabajo es ser pintor, soy un pintor exigente conmigo mismo y quiero estar a la altura de mis sueños, y una de las cosas que me suceden es que necesito estar lejos, fuera, solo, para poder vivir la pintura y poder pintar la pintura. Estoy en Berlín porque es una ciudad que me gusta mucho, la conocí en el año 1991, me fui vivir allí hace siete años y me parece una ciudad preciosa para vivir, no es la ciudad que se cuentan, es otra cosa, yo estoy allí dedicado a la pintura, al lado del parque Victoria, y miro para las nubes y para los carballos, porque también hay carballos en Berlín.

–¿Cuándo supo que quería ser artista?

–Yo no soy artista, yo soy pintor, no me gusta la palabra artista, yo soy pintor. Y yo tardé en ser pintor, todo parecía indicar que me dedicaría a escribir, quise hacer periodismo pero no lo hice y a los 18 o 19 años decidí que quería ser pintor pero fue una especie de pequeño milagro.

–No debió de resultar fácil la defensa de su vocación

–Fue muy difícil, en mi familia nunca hubo un pintor ni nada parecido y claro que es difícil: mis amigos no pensaban que estuviese capacitado para pintar, Laxeiro que fue mi maestro tampoco me vio como pintor, en fin, tuve que defenderme y sigo tratando de defenderme, pienso que tengo una visión especial sobre estas cosas y no es fácil, no es fácil abrirte camino cuando quieres decir algo íntimo, personal, propio.

–Su carrera es también un intento de buscar nuevas formas de expresión

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–Claro, yo estoy vivo, ¿no? A ver si lo digo bien: a mi me gustaría que el mundo diese un paso atrás, me parece que estamos endiabladamente veloces, me gustaría un paso atrás. Yo soy un amante de la pintura de todos los tiempos, del tiempo de la pintura, de la sencillez, de la inocencia de la pintura, del saber contar. Y tengo poco que ver con tantas cosas de esta velocidad, de la tecnología, me gustaría de verdad un paso atrás.

–"El pintor no es dueño de su obra. Ésta es en realidad propietaria del pintor" ¿Se sigue reconociendo en esta frase? ¿Son estos cuadros propietarios de usted?

–Bueno, hay cuadros míos que me imagino que hablan poco de mi, otros cuadros hablan más. Evidentemente yo cuando pinto quisiera decir cosas con mi alma, quisiera contar de mis muertos, de mi sangre, de mi cultura, de mi país, quisiera estar a la altura de la memoria de mi sangre. No se bien, pero en cualquier caso una pintura vale si hay alguien que la quiere, si encuentra un ojo, un corazón, que la mira, pero que la mira, aunque sea por una vez, de verdad.