Nunca insultó a su mujer, nunca la intimidó y nunca le puso la mano encima. Lo repitió varias veces. Su matrimonio era normal y fue "un buen marido" que no se explica como ha llegado a sentarse en el banquillo de los acusados de la Audiencia con cargos por malos tratos habituales, allanamiento de morada e incendio, por los que se enfrenta a una petición de la Fiscalía de 19 años de prisión.

L.G.G., de 47 años, ex guardia civil vecino de Cortegada, describió ante el tribunal 20 años de convivencia correcta y una relación cordial tras la separación, negando tanto el maltrato constante que le imputa la acusación como haber prendido fuego al piso en el que su mujer y su hija menor vivían de alquiler desde enero de 2016.

Nada que ver con el relato que la supuesta víctima ofreció a continuación protegida por un biombo. "Tengo miles de episodios de malos tratos; no me llegaría un día entero para contarlo todo", aseguró. Según su versión la convivencia fue "horrible" y se prolongó durante los 20 años de relación por el "pánico" que le tenía. Sentía miedo por ella, pero sobre todo por sus dos hijas y sus padres, a los que, según testificó, había amenazado explícitamente.

Al padre, relató, llegó supuestamente a ponerle un cuchillo en el cuello "diciendo que lo iba a matar como a un cerdo". A ella la tenía "machacada". Solo recuerda que "muy al principio" de la relación "crees que estás enamorada pero después ya es miedo lo que sientes". Asegura que cuando su primera hija tenía solo unos meses y todavía vivían en Girona "amenazó con matarla con un machete de cocina, le tiraba la leche... no sé por qué, creo que eran celos". Llegó a refugiarse en casa de vecinos y pidió la separación legal. Cuando llegó la sentencia a casa, en 1999, "él se enfadó mucho y la rompió; así que por pánico, continué la convivencia".

Su familia nunca supo que existía aquella ruptura ni los episodios de violencia que, aseguró la mujer, soportaba constantemente. "Me dejaba tirada en la calle y después pasaba con el coche para preguntarme cuánto cobraba". Este y "miles de episodios más" reiteró, de los que sus hijas no fueron ajenas: "La mayor me pedía que no me fuese; decía que si me iba nos mataría a las tres", declaró.

El 21 de enero de 2016 la convivencia se rompió definitivamente. Ella y su hija compraron y perro y él lo rechazó. Según ellas las echó de casa, aunque él lo niega. Entonces vino "la fase del arrepentimiento" que llegó a ser igual de insoportable: "Me llamaba, me enviaba whatsapp, me controlaba todo el tiempo, tenía que apagar el teléfono para poder dormir", aseguró. Consintió la amistad "para que estuviese calmado". Su hija menor testificó en la misma línea, asegurando que tenía miedo de su padre y que accedía a pasar tiempo con él para que no se enfadase: "Era muy violento, en casa y fuera".

La noche del 2 de marzo de ese mismo año, ambas recibieron varios mensajes. Uno de ellos, dirigido a la mujer, decía "Ahora sí que te vas a cagar, espero que no pilles as túas fillas por medio...". Al día siguiente, sostiene la acusación, aprovechó que no estaban en la vivienda y utilizando una copia de las llaves que días antes hizo aprovechando un descuido de su hija, entre las 8.15 y las 9.00 horas accedió al interior y esparció los enseres por cinco lugares diferentes y les prendió fuego con gasoil. La rápida actuación de los bomberos impidió que el fuego se extendiese por la vivienda y el resto del edificio.

El juicio por estos hechos arrancó ayer en la Audiencia y continúa hoy. El Ministerio Fiscal pide una pena total de 19 años de prisión, 15 por delito de incendio, dos por allanamiento de morada y dos por malos tratos habituales, además de la prohibición de acercase a su exmujer y a su hija a menos de 300 metros durante un período de 10 años.

El acusado lo negó todo alegando que en el momento en el que se incendió la vivienda, entre las 8.15 y las 9.00 horas, él estaba en Cortegada. Ofreció datos sobre lo que hizo y las personas con las que estuvo o a las que vio. De hecho, la defensa pide la libre absolución en base a que no hay pruebas incriminatorias. Alega que no estaba en el lugar de los hechos y que las latas de gasolina que llevaba en el coche eran para sus tractores y motosierra de trabajo.

Un agente de la Policía Nacional que formó parte de la investigación aseguró que la mala calidad de la imagen de las cámaras viarias impidió la posible identificación del coche en el supuesto trayecto de Cortegada a Ourense. Un Policía Local que inspeccionó la vivienda afirmó que le "quedó grabada" la imagen de un peluche rajado entre los enseres.