"Solo los que estuvimos aquí esa noche sabemos el horror que vivimos", explica María del Carmen Paz, de Faramontaos, también en Carballeda en la comarca del Avia y otro de los núcleos donde ardieron decenas de viviendas y explotaciones agrícolas y ganaderas.

"La casa de mi madre ardió entera, se vino abajo el tejado y el interior, al igual que la de al lado. Por suerte horas antes antes la había sacado de allí y estaba en mi casa", afirma María del Carmen Paz. A pesar de que Sara, su madre, tiene 85 años "le gusta estar en su casa mientras dura el buen tiempo, fue una casualidad que aún no siguiera allí".

El enfado de María del Carmen es mayúsculo. "No vino nadie a socorrernos, ardieron casas en el centro del pueblo que estaban restauradas y habitadas, llamábamos y tardaron horas y horas en mandar algún bombero; cuando llegaron no había nada que apagar". Recuerda como al ver las llamas rodeando el pueblo y quemando algunas casas, "pensamos que era el fin del mundo", indica. Una expresión esa, que utilizaron ayer decenas de vecinos, incluido el alcalde, al relatar, aún con el miedo en los ojos, las amargas horas vividas.