El asesinato en el hospital de María Isabel Fuentes Fernández (66 años), el 8 de mayo de 2015, conmocionó a la sociedad ourensana y puso en entredicho el sistema de protección a las víctimas de violencia machista. Fue acuchillada presuntamente por su marido en el hospital, donde se recuperaba de una agresión previa, un mes antes, en el domicilio conyugal de Verín. "A Isabel la mataron dos veces", lamentó ayer la abogada de la acusación particular, Beatriz Seijo, en sus conclusiones tras 4 días de juicio a Aniceto Rodríguez Caneiro (79), el esposo encausado. El fiscal de Violencia de Género, Julián Pardinas, pide a la Audiencia Provincial "una sentencia ejemplarizante en nombre de la sociedad" contra "un acto de violencia de género en toda su extensión", y también contra la lacra del machismo. "Aniceto quiso acabar con la vida de Isabel porque entendía que le pertenecía". El acusado "es una persona mala que, bajo una apariencia de debilidad, sabía perfectamente lo que hacía", hiló el fiscal en su turno. Cree que el móvil es que se sentía desatendido tras la muerte, 2 meses antes, de la madre de Isabel, a cuyos cuidados se había entregado en casa.

La acusación pública pide 39 años de prisión por "un crimen en dos etapas" cometido sin que la víctima pudiera defenderse: tentativa de asesinato (14) y asesinato consumado (25), ambos delitos con la circunstancia agravante de parentesco (víctima y agresor llevaban 2 años casados tras unos 20 de convivencia). La familia de Isabel eleva la solicitud a 49, puesto que añade como agravante la de ensañamiento. En opinión de la acusación particular, tanto en la primera agresión la noche del 1 al 2 de abril -Isabel recibió 3 golpes en el lado derecho de la cabeza con un martillo que la dejaron muy grave-, como al ser acuchillada en la cama del hospital 34 días más tarde -sufrió dos puñaladas, una con 4 trayectorias-, el encausado actuó con "saña", con "ganas de matar" y "un aumento deliberado del sufrimiento".

La defensa, ejercida por Jorge Temes, discute las pesquisas de la Guardia Civil tras la primera agresión porque, en su opinión, "se abandonó" la línea de investigación de un robo con violencia. Siembra la duda razonable de una actuación de terceros porque el matrimonio "era una pareja que se llevaba bien; nadie vio un acto de violencia o machismo". El letrado pide a la Sala que tenga en cuenta un trastorno mental del acusado por el daño cognitivo del ictus, si entiende que fue el autor. "¿Qué pudo pasar por su cabeza?". También que acudiera a avisar a los vecinos en Verín, pese a que la había dado por muerta y fueron ellos quienes llamaron a emergencias.

El letrado deduce de esa actuación una excusa absolutoria de homicidio intentado. En cuanto al crimen consumado en el hospital, el letrado se pregunta "cómo es posible" que en el cuchillo no hubiera restos de ADN de Isabel, una realidad que la acusación particular atribuye a que Aniceto lavó el arma antes de autolesionarse con ella. En la misma línea de no descartar, con las pruebas del caso, la intervención de terceros, Temes resalta que en la nota manuscrita Aniceto dice "déronche un golpe", sin culparse de la primera agresión en la casa de Pazos (Verín).

Antes de declinar el derecho a la última palabra, en el cierre del juicio, el hombre dijo tras la explicación del magistrado: "No entendí nada". Los forenses descartaron que el septuagenario presentara algún trastorno psiquiátrico que afectara a sus facultades. Además, las psicólogas que se entrevistaron con él creen que intentó mostrarse en las pruebas "más dañado de lo que realmente está". La defensa se basa en el intento suicida posterior al asesinato consumado como un signo de problema mental. Temes propone, en el peor escenario, una pena máxima de 7 años de prisión por un delito de lesiones y homicidio consumado con atenuante de trastorno mental. Aniceto Rodríguez lleva en prisión preventiva 2 años.

"Las medidas de precaución que toma y la planificación que hace no son compatibles con un trastorno mental". Para el fiscal, el acusado finge estar peor y tiene una memoria "selectiva" que le permitió recordar en la causa, por ejemplo, que a principios de los 2000 salió en los medios de comunicación tras hallar un meteorito. Dice la acusación particular que la supuesta afectación mental de Aniceto "está totalmente huérfana de prueba".

El proceso judicial que ayer finalizó, tras cuatro sesiones esta semana y una prueba forense anticipada a principios de mes, analiza la responsabilidad penal del marido en la primera agresión y en la fatal y definitiva. No analiza si el sistema falló, pese a que la desprotección de Isabel Fuentes haya planeado sobre el proceso, pese a que el magistrado presidente, Antonio Piña, limitó las preguntas de la letrada en esa línea.

El sistema falló

El primer agente que inspeccionó la casa sospechó de Aniceto Rodríguez como autor desde la misma noche del falso robo. Las "incongruencias" del marido no encajaban. La Guardia Civil presentó 5 días después un atestado a la juez señalando a Aniceto como posible autor. La magistrada de entonces, Cristina Fernández Viforcos, rechazó poner el foco en él. Tampoco accedió a restringir las visitas al centro hospitalario ni tampoco intervenir su teléfono móvil. La Fiscalía tampoco actuó. Seijo cree que el atestado "nunca estuvo en su mesa", declaró a la prensa. "Desde el punto de vista judicial no se actuó correctamente. Ante la duda había que proteger a la víctima, falleció y se podía haber evitado".

En la historia clínica de Isabel había un número anotado para que se avisara a los investigadores cuando recobrara la consciencia. La noche del crimen era la primera en que la compañera de habitación dormía sin familiares y la siguiente acudirían unos primos. ¿Actuó Aniceto ante el temor de que Isabel podría delatarlo? La familia cree que sí, porque la paciente ya respondía a estímulos. "Ningún guión puede mostrar la angustia de Isabel Fuentes si se hubiese recuperado y viese a su marido al pie de la cama esperando para acabar con su vida", lamentó el fiscal.

"No se realizó ninguna actuación tendente a la protección de la víctima", denunció en su informe la abogada particular. "El segundo hecho nunca debió de ocurrir y yo debo decirlo aquí, en nombre de la familia. Ellos nunca supieron que Aniceto suponía un peligro. No se les dio la oportunidad de intervenir para tratar de salvarla. Habrían puesto un familiar allí, día y noche", añadió Beatriz Seijo. La letrada solicita más pena por una agravante de ensañamiento, al considerar que en la primera agresión en casa "percibió el dolor y la sensación de muerte", con una agonía de unos 30 minutos, mientras Aniceto Rodríguez preparaba presuntamente una escena de un robo violento, mediante "un plan diabólico y paseándose por la casa con frialdad".

En la habitación 417 del CHUO, el marido la remató entre las 4.30 y las 6.15 horas del 8 de mayo de 2015. "Actuó con consciencia, premeditación y alevosía, con la necesidad de rematar la. Sabía que había sospechas contra él y notaba que se le acababa el tiempo para asesinar a Isabel".