S. L. F., un pontevedrés de 47 años, tuvo su último destino como cabo primero de la Guardia Civil en la Comandancia de Logroño. Llevaba un tiempo de baja por problemas psiquiátricos. Tras 20 años de servicio en el País Vasco y una ruptura sentimental en Canarias que le afectó, está diagnosticado de manía persecutoria. Ayer entró en un céntrico restaurante de Ourense en hora punta, armado con un cuchillo de grandes dimensiones más una navaja. Llegó a exigir el dinero de la recaudación a los camareros tras colarse detrás de la barra. Fuentes policiales aseguran que después de ser detenido, dijo que se sentía tranquilo y seguro bajo la custodia de los agentes. Llevaba tres días sin tomar la medicación.

El restaurante La Romántica, situado a menos de 100 metros de la comisaría de Policía Nacional, de Ourense estaba lleno de comensales cuando ocurrió el incidente. Los clientes fueron desalojados por los agentes de la Brigada de Seguridad Ciudadana, desplazados tras una llamada de alerta al 091 a las 14.25 horas de este lunes. El agente de baja no ofreció resistencia alguna. Tras ser persuadido por los policías, dejó el cuchillo de unos 25 centímetros de hoja y una navaja encima del mostrador, al mismo tiempo que vaciaba sus bolsillos y se quitaba la camiseta, dejando al aire su torso desnudo, supuestamente para hacer ver a los compañeros que no iba armado. Salió de detrás de la barra, se colocó de rodillas y con las manos entrelazadas sobre la nuca, siendo esposado por los policías nacionales.

La rápida respuesta de la comisaría evitó que el incidente fuera a más. Una dotación de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional detuvo a las 14.40 horas al guardia civil, como presunto autor de un delito de robo con intimidación. El agente, presuntamente, estaba amenazando dentro de la barra a dos de los camareros para que les abriese la caja registradora, pues él no lo conseguía. Esgrimía el cuchillo de grandes dimensiones en una mano y en la otra, una navaja. No llegó a coger dinero.

Al ver la actitud del individuo y para prevenir males mayores, la Policía Nacional procedió a desalojar a los clientes que se encontraban en el interior del restaurante. Con el local ya vacío, los funcionarios entablaron una conversación tranquilizadora con el hombre para que depusiera su actitud.

La comisaría hará mención en el atestado a la situación psiquiátrica del sospechoso para que la autoridad judicial decida qué solución es la más adecuada. La impresión de la Policía es que el hombre necesita atención médica especializada.

El suceso recibió contestación ayer de la Asociación Profesional Unión de Guardias Civiles (UGC), que antes de nada mostró su alivio de que "gracias a la intervención de los compañeros del Cuerpo Nacional de Policía se ha podido evitar una tragedia".

El colectivo aprovecha lo sucedido para llamar la atención sobre "una problemática nada nueva, como son las bajas psicológicas en la Guardia Civil así como los suicidios que se producen, y que en este año llevamos la trágica cifra de 5".

Piden mejorar los protocolos

La UGC urge "un nuevo protocolo de actuación" así como "disponer de un servicio externo de atención psicológica totalmente ajeno a la institución", al entender que el actual "no surte los efectos deseados por los guardias civiles, debido entre otras cosas a que muchos de los psicólogos son mandos, y en cierta medida su imparcialidad ante la exposición de muchas bajas psicológicas motivadas por problemas laborales no es la deseada ni para solucionar un problema de salud ni siquiera para comprenderlo".

Además, la Unión de Guardias Civiles lamenta que el suceso pueda empañar "la buena imagen que tiene la sociedad de nuestra institución, y que año tras año es reconocida como una de las mejores valoradas por la ciudadanía". Recuerda que lo sucedido es uno de los casos "muy escasos de este tipo, que a nadie le agradan".