El que fuera empresario ourensano del textil Cándido Rodríguez Eiró, de 63 años de edad, y gerente de grupo textil al que pertenecía, la firma Patri Godoy, falleció en la mañana de ayer en Ourense. El cuerpo sin vida del empresario apareció ayer en su domicilio de calle Progreso. A la espera de los resultados de la autopsia, se desconocen las causas de la muerte.

Un hermano de la víctima fue el que dio la alerta a a las fuerzas de seguridad al comprobar que no respondía a sus llamadas, y a primera hora de la mañana de ayer ya se habían desplazado al domicilio efectivos de la Policía Judicial. Tras ser certificada la muerte por el juez de guardia, se procedió al traslado del cuerpo del empresario para hacerle la autopsia.

Su fallecimiento generó una gran expectación en el entorno de la vivienda. En un principio se especuló con que se trataba de otra persona de avanzada edad que vivía sola y podría llevar varios días fallecida. Luego se fueron despejando las dudas y se supo que el fallecido era Cándido Rodríguez, uno de los empresarios ourensanos que llegó a ser en su momento ejemplo puntero del sector textil a mediana escala.

El prestigioso empresario se había dedicado a la distribución de trajes de ceremonia fabricados en China a través de sus tiendas "Patri Godoy" , que estaban implantadas en toda Galicia. La crisis le obligaría luego a cerrar varios de sus establecimientos debido a la crisis

Esta situación le llevaría a salir en medios de comunicación de toda España, pues a causa de una deuda que no pudo saldar a tiempo con sus proveedores chinos, la justicia de aquel país le mantuvo allí retenido durante casi dos años.

Para entonces ya habían empezado los problemas que, pese a su gran talento empresarial, le llevaron a la quiebra a él y a muchos empresarios españoles. En 2011 la firma de su propiedad Grupo 3 Fashion entró en concurso de acreedores. El empresario decidió viajar a Shanghai, en compañía de su hijo, para comunicar personalmente a algunos de sus proveedores en el país asiático los que adeudaba facturas por 216.000 euros, que tendrían que esperar un tiempo por el dinero, en tanto resolviera ese concurso de acreedores.

La intención era dar la cara y llegar a un acuerdo tácito en el lugar de origen. Pero la denuncia de uno de esos proveedores al que adeudaba 46.000 euros fue suficiente para que la justicia china les impidiera volver a España cuando ya tenía la tarjeta de embarque del avión.

A partir de ahí empezó lo que él mismo definiría a su regreso a España como "un calvario" que se prolongó por espacio de casi dos años, y en el que tanto él como su entonces mujer llegaron a quejarse de la la lenta y escasa ayuda española, a pesar del miedo que pasaron en aquel país Cándido Rodríguez y su hijo, con riesgo para sus vidas y continuas amenazas, según denunció. Finalmente fue la mediación de un matrimonio gallego residente en Sanghai la que consiguió buscar el dinero y pudieron volver a casa el 11 de mayo de 2015. Su fallecimiento ayer causó consternación entre amigos y extrabajadores de su empresa.