Presidió en la jornada de ayer la celebración de la eucaristía en Os Milagros, en el Monte Medo (Baños de Molgas), con motivo de la clausura del Año Mariano que celebra la diócesis de Ourense, algo que contempla como "una hermosa circunstancia, por poder volver al santuario y predicar en la novena".
-¿Usted visitó el santuario de los Milagros por primera vez de pantalón corto, con sus padres?
-Desde muy niño yo estoy vinculado al santuario de los Milagros. Allí iba con mis abuelos, y después fui muchas, muchas veces con mis padres, y ahora vamos todos los años mi hermana, mi cuñado, mi familia y yo. Concretamente el día 11 de agosto suelo ir, para celebrar allí mi cumpleaños, con una misa delante de la imagen de la Virgen. Es un santuario al que está vinculada toda la diócesis de Ourense, a donde viene gente de toda Galicia, y yo soy un peregrino más, que voy honrar a la Santísima Virgen.
-¿Todavía conserva el primer recuerdo de infancia?
-Es muy vago, porque era niño. Recuerdo subir al camarín para besar la medalla milagrosa, también recuerdo la comida en el campo que se hacía después, que había preparado mi madre. Comíamos allí en un prado, a la sombra de esos robles centenarios. Y también recuerdo la coronación de la Virgen, hace cincuenta años, precisamente. Yo era muy niño. Las autoridades políticas, civiles y eclesiásticas? Fue un día muy bonito. También tengo vivo el recuerdo del rosario de antorchas. Recuerdo haber pasado mucho frío esa noche. También recuerdo haber pasado la noche allí en el monte, esperando el día 8, para la primera misa. Son muchos los recuerdos que tengo de ese santuario.
-¿No ha olvidado alguno de los manjares que preparaba su madre para comer en esa ocasión?
-Siempre me gustó mucho la tortilla española, como la hacía ella, con huevos de casa y una buena cebollita? Después, nunca podía faltar el lacón, un choricito de casa, y en las mejores ocasiones cordero asado.
-¿Este santuario ha contribuido a que años más tarde naciera su vocación religiosa?
-Puede ser. Hombre, yo creo que la vocación es un don de Dios. Por lo tanto, la vocación me la ha dado él, pero ciertamente se vale de esas circunstancias. Yo no oculto mi gran amor a la Virgen, que cuenta mucho en mi vida. Es evidente que puede ser un elemento importante. En mi familia se vivía en un clima de fe.
-¿La celebración del Año Mariano en la diócesis de Ourense ha sido un gran acierto?
-El año jubilar ha sido un gran acierto, y los frutos pastorales ya se iniciaron con la celebración del Año Mariano, y seguramente van a continuar. El Papa ha querido que el próximo año sea el de la misericordia, y todo esto ayudará a revitalizar la vida religiosa, a volver a nuestras raíces como gallegos y como cristianos. La fe forma parte de nuestras raíces más profundas, no solo personales, sino sociales. Por eso yo no hago otra cosa que felicitar a quienes han tenido la feliz idea y desear que la semilla que ha sido sembrada en el surco del corazón de tanta gente que ha peregrinado a los Milagros de frutos abundantes, sobre todo en el seno de la familia.
-Ourense es una diócesis netamente mariana, con celebraciones multitudinarias como la procesión de Fátima...
-La novena de Os Remedios, O Portal, la Virxe do Cristal, que por desgracia ha sucedido lo que ha sucedido, pero ahí está en el corazón del pueblo. La celebración de la fiesta este año va a ser especialmente emotiva, con la falta del sacerdote y de la imagen. Hay dos grandes ausencias, y esto se va a sentir y se va hacer notar.
