En 1999 los coches dejaron de rodar por el empedrado irregular de la Ponte Vella para proteger la integridad de uno de los reclamos turísticos e iconos de Ourense. La Ponte Vella, resistió el embate de 20 siglos, 500 años de derrumbes y reconstrucciones sucesivos durante la época medieval, o el trasiego diario como único paso para salvar el río Miño hasta 1918. La desatención de las instituciones puede con ella. En pleno mes de agosto, con un lleno de ocupación hotelera durante este puente festivo, la maleza vuelve a deslucir un Bien de Interés Cultural que está catalogado como monumento histórico desde 1961. La infraestructura de origen romano pervive instalada en el abandono. Solo diez meses después de unas obras de limpieza que costaron 10.000 euros, la apariencia vuelve a ser deficiente. Proliferan las zarzas, hierbajos y vastos matojos enraizados en sus muros y grietas.

Entre agosto y octubre de 2013, una empresa especializada en cuidados al patrimonio se encargó de limpiar de maleza, pintadas y musgo la superficie exterior de la infraestructura. Los trabajos requirieron una inversión de unos 10.000 euros. Era la segunda vez en tres años que era preciso acometer una obra de adecentamiento.

El carácter protegido de la joya patrimonial exigió una intervención cuidada. Patrimonio impuso entonces a la adjudicataria medidas que al menos no agravaran el deterioro de la infraestructura, con zonas en las que las grietas de piedras y sillares se habían dilatado por el efecto de la vegetación. Había incluso árboles enraizados que desplazaban losas a simple vista.

Los operarios solo pudieron emplear medios manuales y agua a baja presión, evitando la utilización de piquetas, rasquetas o cualquier otra herramienta que pueda ocasionar daños a la piedra de la Ponte Vella, situada en un ramal de la Vía Nova en el Camino de Santiago y con orígenes en el siglo I.

Más allá de los trabajos de conservación, expertos como el jefe de Arqueología del Concello de Ourense, José María Eguileta, urgían antes de la última obra de limpieza un diagnóstico del interior del puente para descartar problemas estructurales internos que amenacen más de 20 siglos de historia. El Concello sopesó implementar un proyecto de diagnóstico pero la falta de presupuesto lo aplazó. "Es muy necesario porque mantener este desconocimiento es peligroso", llegó a advertir Eguileta.

A corto plazo, ni siquiera habrá limpieza. La Xunta de Galicia considera que "no es necesario en este momento ningún trabajo", según indicaron fuentes de la delegación territorial de Ourense. También dejan claro que "de ser preciso más adelante, se intervendrá como se ha hecho en los últimos años".

Pero el objetivo fundamental de la administración gallega es otro. En el pasado, el exalcalde de Ourense, Francisco Rodríguez, y el delegado de la Xunta, Rogelio Martínez, mantuvieron contactos para estudiar la cesión de la titularidad de la vía que atraviesa la Ponte Vella desde la Avenida das Caldas, en el barrio de A Ponte, hasta la Rúa do Progreso, en la zona centro. La antigua carretera de Santiago.

Aquella negociación inicial no llegó a fraguar en un convenio y quedó en el olvido. Tras una consulta de FARO, la Xunta comunicó esta semana su "disposición absoluta" a que se retomen los contactos para acometer el cambio de titularidad de la calzada, puesto que en entienden que la infraestructura, que además le genera un mantenimiento y conservación continuados, no es de su competencia.

En el Concello de Ourense, la cuestión está en un orden inferior de prioridades. La concejala de Urbanismo, Áurea Soto, manifiesta que sobre la mesa hay "muchos" planteamientos de cesiones de titularidad que implican a la Xunta, la Diputación Provincial o el ayuntamiento. "Pero mientras tanto, los titulares son los que son", resuelve la edil. La Ponte Vella "pertenece a la Xunta", y el mantenimiento le corresponde a la administración autonómica, finaliza Soto.