Si algo admira de su profesión de embajador es la tolerancia con la que se aprende a convivir. José María Castroviejo, embajador de España en Bosnia-Herzegovina desde 2006, ha pasado, en diferentes puestos, por las embajadas de Gabón, La Haya, Guinea Ecuatorial, Montreal, Estambul y Tanzania. En verano siempre regresa a la casa familiar de Tirán, en Moaña, y hoy (19.00 horas) participa con el resto de sus ocho hermanos, salvo la duda de Javier Castroviejo, que reside en Sevilla, en los actos del décimo aniversario del centro sociocultural de Tirán que lleva el nombre su padre, el escritor José María Castroviejo (1909-1983). De su padre dice que le inculcó "el criterio extraordinario de la libertad y la igualdad de las personas".

- ¿Es buena plaza la Embajada de Bosnia?

- Para mí no tanto, pero hay algo importante y es que en Bosnia hay 45 personas en la Embajada. Es una de las más grandes de España. Se abrió hace 10 años y es muy raro tener esa cantidad de personal en una embajada. Hay más gente en Bosnia que en Nueva York.

- ¿A qué se debe?

- Lo de Bosnia fue un gran ensayo que se hizo en Europa para romper un ciclo, una guerra y montar un país donde antes no existía. Europa está muy volcada en su reconstrucción. Es un país muy étnico y con etnias mortalmente enfrentadas. La inversión que hizo todo Europa, no sólo España, fue muy grande para tratar de llevar a cabo un proyecto de unificación nacional y en eso estamos. En Bosnia está la única oficina técnica de cooperación que tiene España en Europa. Tenemos un destacamento militar español (Guardia Civil, Policía Nacional...) importante aunque ahora está más reducido porque el país está más pacificado.

- Por lo que nos comenta, la representación española en Bosnia es notoria.

-Está la de la Oficina Técnica de Cooperación, de los ministerios, ONG y de otras instituciones. Ahora está terminando su mandato un asesor del Banco de España que está en el Banco Central de Bosnia para montar un sistema de control de blanqueo de dinero. Es un programa que lo lleva directamente el Banco de España. Hay otro proyecto del Consejo General del Poder Judicial y tenemos un magistrado de la sala segunda de la Audiencia Nacional y que está en el Tribunal para juzgar los crímenes de guerra. Es otro ejemplo de un programa que escapa a lo que es la cooperación normal que se hace en otros paises. También hay programas de cooperación con varios tipos de policía que hay allí y también tenemos muchos proyectos de cooperación clásica de lucha contra la pobreza, por el desarrollo, la igualdad, la protección a la mujer... España tiene en marcha un proyecto en la zona costera, bien de desarrollo turístico para barcos de pasajeros o bien abrir un puerto de refinería o de almacén de gas y petróleo.

- ¿Cuál fue la primera impresión que tuvo del país?

-Sarajevo me dio la impresión de un Estambul provinciano. Durante casi tres años fui cónsul general en Turquía. Es una ciudad informal como el antiguo Estambul. Tiene calles empinadas, son muy estrechas, descuidadas, casas pegadas unas a otras con salidas que se comparten, callejones y tiene una forma de comercio parecida al gran bazar de Estámbul.

- ¿Se quiere allí al español?

-El bosnio es tan europeo como otro. Se siente y quiere ser europeo de todo. Lo único es que es muy fuertemente nacionalista y el nacionalismo tiene esa peculiaridad de que lo suyo es lo mejor.

- ¿Cómo es un día de trabajo en la Embajada?

-Empezamos a las 08.30 y muchas reuniones son fuera de la embajada. En Bosnia hay treinta grandes organizaciones internacionales, de Naciones Unidades y otras específicas de allí como la Comisión de Personas Desaparecidas o las organizaciones judiciales para los tribunales de los crímenes de guerra de la antigua Yugoslovia. Es raro que no haya reunión a la que tenga que asistir.