María Chapela, "María de Edelmiro", nació en el Cunchal, en el barrio de O Piñeiro en 1917. Desde muy joven aprendió a coser y fue una profesión a la que se dedicó toda su vida, hasta los 90 años. Seguiría haciéndolo si no es porque unas cataratas, de las que se operó hace tres meses, la apartaron de las agujas y de los hilos. Hizo pantalones, trajes y vestidos en la época del hambre a buena parte de Moaña, sobre todo para las fiestas grandes del Carmen y de Samertolaméu cuando había mucha más tradición de ser días de estreno, recuerda su hijo Antonio Pastoriza. Este domingo, María cumplirá cien años y toda la familia le rendirá el homenaje que se merece con una gran comida en un restaurante en Marín en la que estará rodeada de sus cinco hijos, 15 nietos -28 si se cuentan a los nietos políticos- y sus 14 bisnietos.

Su hijo Antonio asegura que su madre siempre ha sido una persona de gran corazón, bondadosa y caritativa. Nunca abandonó su barrio natal de O Piñeiro, en donde vivió de casada con Edelmiro Pastoriza, al que conoció en Marín siendo madrina de guerra. Eran tiempos en los que el padre de María, Delmiro, que se dedicaba a la sardina, tenía cierto nivel de vida, y ella ayudaba a los destinados en la guerra mandando ropa. Allí conoció a su marido. El matrimonio tuvo cinco hijos: María, Antonio, Manolo, Roberto y Pablo, a los que sacaron adelante con mucho trabajo y dedicación.

Ella vivió para la costura. Antonio recuerda que cuando eran las fiestas de Samertolaméo o del Carmen, su madre se pasaba el día cosiendo y toda la noche en la máquina, para confecionar aquellos trajes que había que estrenar para la procesión y las verbenas.

Aprendió el oficio de niña con Asunción de Vidal, que vivía en O Piñeiro y sólo precisó de ocho meses. A los trece años su padre le compró una máquina de coser, aunque no dejó de ir a la escuela por la noche en el Cunchal. Su hijo Antonio la recuerda con la máquina de coser en la cabeza recorriendo los barrios de A Paradela, A Fraga, O Redondo, Berducedo, incluso llegaba hasta Meira.

Esta vecina siempre ha sido muy querida en Moaña y por esta razón, la Asociación de vecinos de Berducedo-O Piñeiro le entregó en 2013 el premio ó labor Socio-Cultural que de forma anual concede esta agrupación.