A la segunda fue la vencida y el "Alikates" descansa ya en tierra a la espera de las necesarias reparaciones que le permitan regresar a la mar. La embarcación hundida el pasado lunes junto a la costa de Cabo Udra, en un naufragio en el que su único tripulante, Jesús Barros, se salvó tras nadar hasta la costa, fue recuperada ayer del fondo en una operación que llevó poco más de una hora. Sobre las 7.30 horas partió el barco encargado de remolcar a la planeadora, poco después de que lo hiciera su embarcación auxiliar, que prestó apoyo en las labores de rescate.

Una vez en el lugar de As Pozas los dos buzos descendieron a una profundidad de unos 30 metros, donde habían localizado la lancha el día anterior, y la engancharon con una eslinga a fin de reflotarla. Esa tarea correspondió al balandro en el que se encontraban tanto el patrón del barco hundido como patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Bueu, José Manuel Rosas. Los trabajos se demoraron algo más de lo previsto ya que al haber levantado el barco desde la proa fue necesario estabilizarla y comenzar las tareas de achique para retirar todo el agua de su interior y que flotase nuevamente. Posteriormente se situó en la popa del balandro para proceder a llevarla a puerto.

Alrededor de las 11 horas el barco ya estaba en la rampa de varada en donde se pudo comprobar de forma más minuciosa los daños sufridos. Estos han sido menores de lo que un accidente de este tipo podría traer consigo, ya que el casco está prácticamente intacto al reposar en el fondo sobre un banco de arena. "Os danos que hai son fundamentalmente eléctricos", afirma Rosas. Los componentes del motor y el resto de aparatos están inutilizados por la acción del agua. También se dañaron otros dos elementos, aunque en este caso fue por la presión ejercida por el agua al reflotar la embarcación. La visera de la cabina está tocada y el mástil en donde van situadas las luces también tiene daños de consideración.

El "Alikates" naufragó a las 21 horas del lunes cuando su propietario faenaba a la nécora. Con unas condiciones difíciles de viento, las olas comenzaron a entrar en el interior, sin que las bombas de achique dieran abasto para retirarla. Con el barco hundiéndose su patrón se lanzó al mar para recorrer los 300 metros que lo separaban de la costa y allí pedir ayuda con un teléfono móvil prestado por unos paseantes.