Estoy cansado de repetir que Dios está irritado
contra la gente que frecuenta las iglesias, y, sin
embargo, la beatería no lo cree y los curas aparentan
no creerlo por la cuenta que les tiene.
Valga por lo que valga, allá va otra demostración
palpable de la verdad de mi aserto.
En Aldán (Pontevedra) estábase terminando la
construcción de una nueva iglesia, y, presuroso el
cura por empezar á explotarla antes de concluida,
habilitó un altar provisional en la huerta de la casa
rectoral contigua y se dio á decir misas en él.
Celebrando una estaba, cuando el gran pirotécnico
lé soltó uno de los rayos más gordos del repertorio,
cuyo rayo, después de herir al pater y á cuatro
devotas, se corrió á la iglesia en construcción,
reduciéndola á escombros.
Lo malo es que también pagaron justos por pecadores,
pues los propietarios de los edificios contiguos
á la iglesia han sufrido en sus fincas desperfectos
de consideración.
Ahora me explico por qué esta Redacción está
asegurada de esos percances. En doscientos metros
á su alrededor no hay una mala iglesia para un mal remedio.