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El final de las instalaciones de cría de Rodaballo

Todas las jaulas de Loitamar estarán fuera de la ría en marzo, tras año y medio de parón en los trabajos

- Las tareas de arrastre hasta un astillero de A Borna y el desmontaje de las estructuras se retomó el día 31 de enero, y estarán listas a mediados de marzo - De los 600 viveros iniciales, quedaban frente a la costa de Domaio unos 300 - El metal se destinará a fundición y los flotado res de poliéster se reutilizarán

Casi un año y medio llevaban unas 300 jaulas de la antigua cooperativa de cría de rodaballo Loitamar frente a la costa de Domaio, después de que Portos anulase el permiso a la empresa que las adquirió para continuar con su retirada y desmonte en la rampa de varada de esta parroquia moañesa. Entre la primavera y finales de 2015, el periodo en el que se inició la retirada, se habían sacado de la ría casi la mitad de las 600 jaulas. Ahora, tras recurrir al astillero Industrias Navales A Xunqueira, de A Borna, la empresa que adquirió estas estructuras calcula que a mediados de marzo estarán todas retiradas.

Ante la mirada del responsable de la empresa propietaria, la chatarrería de As Neves Import-Export Martínez Souto, los trabajadores del astillero se emplean a fondo desde el 31 de enero en esta compleja tarea. Arrastrarlas desde su ubicación en Domaio, en grupos de entre 12 y 16, con ayuda del balandro "Real Madrid Dos", es una de las operaciones más complejas, sobre todo por las corrientes.

Además, se suma un inconveniente que obligó en buena medida a acelerar la búsqueda de soluciones por parte de los propietarios: los últimos temporales se han desprendido varias estructuras. "Las tuvimos que recoger por toda la ría, con el mal tiempo algunas llegaron a San Adrián de Cobres, estaban bajo el puente de Rande y en el entorno de Fandicosta. Por suerte no causaron daños a bateas o barcos", explica Martínez Souto, que reconoce la preocupación por los temporales desde que Portos le retiró el permiso para utilizar la rampa de varada de Domaio por denuncias de falta de limpieza.

Cada jaula ocupa 24 metros cuadrados, por 2,5 metros de profundidad. Y su estructura superior de hierro se sostiene a flote con la ayuda de 8 flotadores de poliéster.

Las que se arrastran frente a las instalaciones del astillero de A Borna quedan fondeadas hasta que la explanada esté despejada. Entonces, con una grúa de gran tamaño, se elevan y se suben a la dársena cuatro jaulas cada vez, con un peso total de unos 4.000 kilos.

Comienzan entonces los trabajos de desmontaje. Primero se retira el mejillón y demás moluscos pegados a las estructuras. Después, con ayuda de sopletes, se retiran los flotadores y se desguazan los hierros, que se almacenan hasta su transporte en camiones a las instalaciones de As Neves. Allí se venderán a empresas de fundición, según señala el propietario.

Lo más complejo es el operativo para el tratamiento de los residuos. Los restos orgánicos como los moluscos pegados a la estructura se recogen con una pala mecánica hasta llenar con ellos contenedores de 10 toneladas de capacidad. Cuando el colector está lleno, un camión lo traslada a la planta de valorización de residuos de As Somozas, "Sologas". En estas instalaciones cercanas a Ferrol se tratan los residuos orgánicos y es el mismo centro de tratamiento al que se envió el pescado perdido tras el incendio que arrasó el pasado año la mayor nave de Fandicosta en el litoral de Domaio.

De momento se han retirado ya cinco contenedores y se estima que serán necesarios un total de 20 camiones hasta la retirada total de todos los viveros.

La tarea de desmontaje deja también otro material que no se puede aprovechar para la fundición. Se trata de los flotadores de poliéster, que se trasladan a una empresa viguesa para su reutilización, pues están plenamente operativos.

Vecinos

Desde hace años los colectivos vecinales de Domaio vienen reclamando la retirada de estas estructuras, incluso directamente ante Portos de Galicia. Alegan tanto el impacto paisajístico al ocupar parte de la lámina de agua como el riesgo de que se desprendan y dañen bateas u otros elementos. Cuando comenzó el desguace, en abril de 2015, las instalaciones ya llevaban al menos unos cuatro años sin producción ni actividad.

El proyecto de cría de rodaballo arrancó en julio de 2002, y lo puso en marcha la cooperativa Loitamar, integrada por marineros afectados por la pérdida del acuerdo entre España y Marruecos para faenar en el banco canario-sahariano. Distintos problemas generaron mortandad en los ejemplares e hicieron inviable esta planta.

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