Mientras la Guardia Civil descartaba ayer que la trágica muerte de Manuela Molanes Malvido (84 años) el pasado miércoles hubiese sido consecuencia de un accidente de circulación, la profunda tajea aparecía sin ningún tipo de señalización que pudiera evitar otra tragedia. Ni una valla protectora, ni una simple cinta que advierta el peligro. Allí no había nada más que maleza que ocultaba esta tajea de más de un metro de profundidad y apenas cincuenta centímetros de ancho, presta para atrapar a otra persona.

Comentan los vecinos del lugar, en A Madalena, aún en la parroquia de Darbo, muy cerca del límite con la parroquia de Coiro, que no se explican como ayer no había ya una señal, algo que alertara del peligro. Es fácil comprobar como cualquiera, apartándose de un vehículo, puede caer en este hueco que conduce a un regato. No es fácil de ver. La hierba alta lo oculta, tanto que a pesar de que la zona fue pisada ayer por la noche para rescatar el cadáver de Manuela Molanes Malvido, la tajea volvía a estar perfectamente camuflada en el borde de la carretera de San Blas, que conduce a Coiro y que forma parte de la carretera EP-1001, que la Diputación de Pontevedra está urbanizando desde la avenida de Lugo hasta A Boubeta.

La concejala de Obras y Servicios del Concello de Cangas, Mercedes Giráldez, afirma que se trata de un tramo que no tiene mucho tránsito y que la carretera es competencia de la Diputación. Recuerda que en su momento el BNG solicitó que la urbanización (colocación de aceras) de la EP-1001 alcanzara toda la vía. Asegura que la zona donde falleció Manuela Molanes es precisamente una donde más visibilidad hay.

Un poco más adelante de donde se produjo el accidente mortal, cerca ya del enlace entre la citada carretera y la avenida de Bueu, tienen sus paradas los autobuses de transporte escolar del colegio público de Castrillón, del IES de Rodeira y de Monbus. La carretera es estrecha y hay que ir en fila india, cualquier vehículo que pase rápido obliga al peatón a orillarse, por lo que puede acabar perfectamente en la tajea.

Berta Pousa vive muy cerca del lugar donde apareció muerta Manuela Molanes. Afirma que desde que su hijo empezó a acudir al colegio de Castrillón con 3 años (ahora tiene 10) siempre se denunció la situación de la carretera. Lo que no recuerda es si se presentó alguna vez un escrito de denuncia.

María Soliño vive justo en frente donde falleció Manuela Molanes. Recuerda que su vecina acostumbraba a pasear por la mañana y por la tarde por ese tramo de la carretera, casi siempre acompañada por su hermana y su cuñado. Sí se sabe que el miércoles, alrededor de las 18.50 horas, Manuela comentó a una vecina que la vio pasear que iba a ver a su hermana. A las 19.15 horas fue cuando apareció el cadáver de Manuela Molanes. Su cabeza y parte de su cuerpo estaban metidos en el hueco de la tajea, con las piernas fuera.

Paseaban también ayer por el lugar del accidente un sobrino de la fallecida, Manuel Villar Molanes y su mujer, Purificación Mariño Villar. También comentaban el hecho de que no hubiera ninguna señal de advertencia. Afirman que nunca sucedió nada en este tramo de vía, pero que no por eso dejaba de ser peligroso, "nunca pasa nada ata que pasa", afirma Manuel Villar.

La consternación era total en el barrio. Todos conocían a Manuela, su longevidad y su habituales paseos de mañana y de tarde. Lamentan la desgracia y esperan que lo sucedido sirva para que las autoridades competentes tomen medidas y se puedan evitar tragedias similares.