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Cangas 1860· Cualquier tiempo pasado fue peor

Una construcción sorprendente en Darbo (I)

El "Tinglado" se levantó para el servicio de la romería en agosto de 1867 bajo la participación del cura José Martínez Rodríguez

Un detalle de la Danza de Darbo. // G.N.

Cuando llegué a Cangas en 1971 por motivos profesionales y visité por vez primera Darbo, atrajo fuertemente mi atención aquel singular alpendre o cobertizo que a modo de claustro cenobial o más bien soportal urbano, delimitaba el Campo de la Romeria en su parte Oeste.

Llevado por mi afición a hurgar siempre en el pasado, he de confesar que durante mucho tiempo mantuve una especial curiosidad por aquella sorprendente construcción, lo que me llevó a investigar en qué momento se construyó.

El Tinglado de Darbo

Hemos titulado este apartado con la denominación de Tinglado porque así se le denomina en el documento de "Contrato y ajuste" a este cobertizo, cuya finalidad tenía por objeto "para mayor servicio de la Romería".

Para mayor brevedad, resumiremos el contenido del documento eliminando ciertos detalles retóricos y tecnicismos profesionales.

El documento de "contrato y ajuste" de construcción de obra lleva fecha de 11 de agosto de 1867 con participación de una parte, del cura de Cangas D. José Martínez Rodríguez (del que dependía este anejo de Darbo) del alcalde presidente de la villa D. Ignacio Zabala Pimentel y del edil y regidor municipal D. Manuel Sotelo Martínez. Por la parte constructora figura Antonio Fontán Solla "Maestro Cantero" de 40 años, soltero y vecino de San Andrés de Xeve, Ayuntamiento de Xeve (Pontevedra) y residente en ese momento en Cangas, donde trabaja.

El Campo de la Romería.

La obra del Tinglado o cobertizo se llevará a cabo en el lugar denominado "Dehesa de la Romería". Una parte interesante del documento reside en la breve descripción que se hace del lugar, señalándolo como sitio poco cuidado, poblado de castaños y algún roble, así como "una casa que allí hay y dicen de las novenas". Destaca que en el campo de la romería hay "un peñasco que estorba a los romeros" que deberá ser demolido. Antonio Fontán se compromete a adecentar aquel lugar y "allanar todo el terreno hasta quedar nivelado" .

La Tarea

En el contrato se señala que la obra deberá ejecutarse en piedra de cantería, debiendo tener 10 cuartas de ancho contando desde el muro; se colocará los asientos ya allí existentes y se añadirán aquellos otros que se necesiten, todo de tal manera que queden cubiertos a lo largo de toda la obra. El cobertizo llevará columnas ochavadas distantes unas de otras de 7 en 7 cuartas. El techo tendrá "inclinación de una tercia de cuarto para discurrir el agua y ochavadas por la parte superior las losas delanteras para mejor decencia".

El coste

El precio total de la obra se fijó en 3.000 reales (750 pesetas) que se irían pagando a plazos a medida que se vaya adelantando el trabajo. En el precio se incluía además "hacer la escalera por la que se entra y sale del atrio de la iglesia, aderezar todas las banquetas de asiento del atrio y las del castañal junto con la mesa que hay detrás de la Casa. de la novena" y todas aquellas que lo necesiten.

Desconocemos el número de oficiales obreros que precisó el maestro cantero Fontán, porque a tenor de las autoridades, todo el conjunto corría prisa, pues deberá estar finalizada, al menos en lo esencial, "el víspera de la Romería del 7 de septiembre "recomendándole que no "deje piedra alguna amontonada que estorbe a la gente" el día de la fiesta . Pasada la Romería, el maestro cantero podría continuar los trabajos hasta acabar toda la pared, el "terraplenado y allanado el piso del tinglado".

Firmaron testigos del contrato D. Pedro Nolasco Canda, D. José María Lobeira, y D. Miguel Ferral, todos respetables vecinos de esta parroquia y villa.

Romerías

Anualmente, en muchas parroquias gallegas, tienen lugar romerías dedicadas a la Virgen María en sus distintas virtudes y en especial aquellos lugares cuyos santuarios se les denomina "de Los Milagros" repartidos por las cuatro provincias gallegas. En casi todos, su celebración tiene lugar en el mes de septiembre, pudiendo citarse a modo de ejemplo, la Virgen del Cristal en Vilanova dos Infantes, Nuestra Señora de la Lanzada (la de las nueve olas) Ntra. Sra. das Ermidas en O Bolo y, en especial, señalaremos la Virgen de Darbo y Nuestra Señora de Los Milagros de Amil por ser esta último santuario más próximo y popular donde muchos devotos de Cangas acuden bajo alguna promesa a la ermita, caminando en peregrinación nocturna y cuya celebración es el primer domingo después del 8 de septiembre. Debido a su multitudinaria asistencia, el romero puede formalizar su compromiso con "Nuestra Señora" durante todo el mes de septiembre.

El origen de las romerías se pierde en el pasado y es a partir del S. XVII y sobre todo en el S. XVIII, instante en que el fervor mariano por estas peregrinaciones comienza a extenderse por la España católica. Las leyendas señalan mayoritariamente lugares de apariciones milagrosas de la Virgen por cuyo motivo se levantan ermitas y capillas por toda la geografía gallega no sólo a la Virgen María sino a otros santos: San Andrés de Teixido, San Cibrán o ermitas más próximas ubicadas en nuestro entorno, S. Blas, S. Amedio, Sta. Marta, S. Amaro, S. Roque, S. Cosme, Espíritu Santo?

Las romerías alcanzarán su momento cumbre en el S. XIX al identificarse feria, fiesta y romería, festividades criticadas siempre por las autoridades eclesiásticas, pues a su entender, "eran lugares donde se perdía mucho tiempo en diversión y se despreocupaban de dar satisfacción al santo".

En estos santuarios con fama de milagrosos, el romero busca el remedio a un mal o dolencia que le aflige, otras veces, va a cumplir la promesa por un familiar enfermo que su dolencia no le permite asistir. No falta el encargo de un familiar ya fallecido o bien dar las gracias al santo por alguna virtud ya recibida.

Festividad

La celebración en honor a la Virgen de Darbo anualmente tiene lugar el día 8 de septiembre

La devoción a Nuestra Señora la Virgen de Darbo nos permite remontarnos a los primeros instantes del S. XVII. Existen testimonios en los que muchos feligreses dejaban ordenado en sus testamentos que se hiciesen celebraciones en honor a la Virgen para que en la otra vida, sea su abogada defensora ante el Divino Tribunal.

Además de lo dispuesto en las últimas voluntades, el culto a la Señora de Darbo cuenta a lo largo de nuestra historia con numerosos testimonios como el relatado a continuación:

Se trata de un escrito con fecha de 1721 en el que un joven de la villa, Manuel Mariño de Lobera, escribe desde la icudad de Cádiz una carta a su padre. Son un grupo jóvenes emigrantes que pretenden embarcar en uno de los galeones que hacen la ruta a las Indias de América (1).

La carta concluye con saludos a familiares y transmitan la embarcación tranquilidad a los padres de quienes le acompañan. Por último, añade un ruego importante, que sus padres acudan a la Virgen de Darbo, y a sus pies supliquen que les proteja de cualquier mal trance y les acompañe en sus deseos de emprender una nueva vida en las Indias de América.

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