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Acción de Gracias tras el asalto al párroco de Domaio

"Les tengo a ustedes, que son mi familia aquí"

-La hermana que Samuel Aristizábal tiene en Colombia se enteró esta semana por internet del trágico suceso -El párroco dio la paz uno a uno a todos sus feligreses -Poner puertas y ventanas nuevas vale 3.975 euros

Hubo pinchos tras la celebración del acto religioso. // G.N.

Misa de 12 en Domaio. "Mi hermanita me llamó desde Colombia. Se enteró por internet de lo sucedido. Yo le dije que no se preocupara, que aquí les tengo a ustedes, que son mi familia", así terminó ayer el párroco de Domaio, Samuel Aristizábal, la eucaristía de Acción de Gracias que celebró con sus feligreses "para agradecer a Dios" que estaba vivo, tras el asalto a la casa rectoral en el que tres menores rumanos golpearon al sacerdote brutalmente con una bombona.

Tras agradecer el cura los desvelos que tuvo y tiene la parroquia con él, una mujer se dirigió al micrófono y comentó que se habían pedido presupuestos para reponer ventanas y puertas de la casa rectoral, con el fin de que el párroco se sintiera más seguro a su vuelta. Anunció que el presupuesto era de 3.975 euros y pidió la colaboración vecinal. Era la matriarca de la familia que cobija en su casa a Samuel Aristizábal, que ya en el atrio de la iglesia comentó que desde el Arzobispado de Santiago de Compostela llamaban todos los días al párroco preguntándole si le hacía falta algo, incluso le ofrecieron residencia en la ciudad. También se comprometió el Arzobispado a reparar la casa rectoral, en muy mal estado de conservación.

Antes de comenzar la misa pidió a los fieles que se diesen todos la mano. Él mismo lo hizo con las personas más próximas al púlpito. Pero la imagen de Samuel Aristizábal dando la paz uno a uno a los feligreses quedará para el recuerdo. Incluso cuando regresaba hacia el altar, se giró, levantó un brazo y con los cinco dedos de su mano derecha extendida saludó con un gesto muy expresivo a los que estaban situados arriba, formando parte del coro.

Al terminar la ceremonia religiosa, hubo unos pinchos: tortilla, mejillones, empanadillas, jamón... "es poca cosa pero es con cariño", mencionó Samuel Aristizábal, encantado de verse ayer arropado por sus fieles, que están dispuestos a cuidarlo todo lo que haga falta. Un feligrés comentaba que desde que vino este cura a Domaio la iglesia siempre están llena. Otro dejaba sentir su enojo por el hecho de que fueran menores quienes hubiesen golpeado al cura. Consideraba que tal y como está la ley iban a quedar indemnes. "¿Qué ley é esa que poden entrar na túa casa matar a túa familia e se son menores non lles pasa nada?". Sin embargo, Samuel Aristizábal predicó perdón y reconciliación en el sermón que dirigió a su "familia".

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