Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Vecinos con discapacidad denuncian las barreras que sufren y exigen a los políticos que actúen ya

Seis personas residentes en Cangas y sus parroquias relatan la "odisea" que viven en su día a día - Aceras y edificios sin rampas de acceso, el problema que más urgen resolver

Se habían citado a media mañana para trasladarle al alcalde de Cangas algunos de los problemas que padecen a diario en sus desplazamientos, pero, ante la apretada agenda de Sotelo, optaron por realizar un pequeño recorrido urbano en el que apuntaron las barreras arquitectónicas que se encuentran a cada paso. La primera, nada más salir del consistorio, donde un coche aparcado en el vértice de la acera les impedía bajar por la pequeña rampa habilitada, lo que les obligó a dar un rodeo por el paso de peatones de la Avenida de Marín y encontrarse con un nuevo bordillo que sus sillas de ruedas eléctricas afrontaban con dificultad. "Ya veis, cada paso es una aventura", coinciden las seis personas de la comitiva, que refieren un día a día "muy complicado" y piden a los políticos que actúen ya para hacerlo más llevadero.

María Moreira, huérfana de padre a muy corta edad, discapacitada tras una poliomielitis que sufrió con siete meses y que estuvo 27 años postrada en una cama hasta que pudo recuperar parte de la movilidad, cambió su residencia de Domaio al centro de Cangas confiando en mejorar la accesibilidad, aunque las trabas siguen siendo "enormes", e ir a edificios públicos como el Auditorio o a muchos comercios se convierte en "una odisea", confiesa. "Nuestros principales problemas se solucionarían con un poco de voluntad y cuatro sacos de cemento, pero nadie los pone", lamenta, y espera que la campaña electoral sirva para que los políticos "reflexionen y actúen".

María García también estaba citada, aunque una crisis en su enfermedad (síndrome de Guillain-Barré, un trastorno en el que el sistema inmunológico del cuerpo ataca al sistema nervioso periférico, muy poco frecuente ) le impidió salir de casa en la Avenida de Galicia y fue su marido, Javier Rodríguez, quien habla por ella. "Al edificio donde vivimos tiene que entrar por una puerta trasera o acceder por el garaje. Y para ir a casa de su madre, en la Avenida de Vigo, tiene que circular por la carretera en varios tramos", explica. Trámites cotidianos para cualquier persona suponen para ella una "crueldad añadida".

También una enfermedad, en este caso meningitis, se cebó con María Diógenes cuando tenía tres años. Dejó su casa en Aldán, "porque moría de asco por problemas de movilidad", para trasladarse al centro de Cangas y mejorar su calidad de vida, y aunque encuentra menos barreras echa en falta que "no se piense más en nosotros" y se solucionen las que aún existen.

Joaquín Alonso vive en San Pedro (Darbo) y baja a diario al casco urbano, "por aceras estrechas, peligrosas o simplemente inexistentes", lo que le obliga a circular por la carretera y poner en peligro su integridad. Idea que no le hace gracia porque, además, su discapacidad deriva de un atropello que sufrió cuando solo tenía cuatro meses.

Petronila González, de 81 años, es la única que no necesita silla de ruedas, aunque una parálisis infantil la dejó sin su pierna derecha y precisa muletas. Vive en la calle Ferrol y sus mayores esfuerzos los aplica a "bajar las aceras" por lugares accesibles, "que no abundan".

Compartir el artículo

stats