Pilar Pérez vive al margen de la sociedad que frecuentaba cuando tenía las gestorías de Cangas y de Bueu. Ahora, la mayor parte del tiempo, reside en casa de su madre y dedica gran parte de su tiempo a visitar a su esposo, uno de los culpables del crímen de Cabral, con el que se casó cuando ella estaba también en la cárcel de A Lama. No pierde el humor e insiste en que no tiene nada, además de no ocultar el agravio que se hizo con ella al estar cuatro años en prisión preventiva, cuando otros casos, donde hubo muchos millones de por medio los acusados no entraron ni un día en la cárcel de manera provisional. Aunque ella siempre mantuvo que la experiencia de la cárcel de A Lama no fue desagradable, al contrario que allí encontró su amor.