Son las guardianas de una tradición que pervive en gran medida gracias a su constancia, ante la falta cada vez más evidente de un relevo generacional. Mujeres como María del Carmen Pereira, "Lalá", o como Carmen Novas, con más de medio siglo a sus espaldas realizando alfombras, y que un año más, no faltarán a su cita con el Corpus en Bueu. "Recuerdo hacerlas desde siempre, y mientras viva seguiré haciéndolas", señala la primera de ellas. "En mi caso es una media promesa que hice y continuaré, porque mis hijos ya no van a seguir. No sé si mis nietos sí", completa, mientras se ría.

En su caso, la preparación se centra principalmente en la semana anterior al Corpus "porque al tener negocio no puedo más. Somos siete personas trabajando y el jueves nos acostamos a las dos de la mañana. Antes habíamos estado en un campo un par de horas recogiendo margaritas. Es trabajo", afirma. Sus diseños estaban sacados de libros de labores, pero últimamente su sentimiento de abuela puede un poco más y ya apuesta por elementos más infantiles. "El año pasado había hecho un par de osos y éste vi un grafiti de un mono en un parque y haré un árbol con unos monos", desvela. Reconoce que "da mucho trabajo pero tengo muy buenas amigas que me ayudan. Y el domingo comemos todos juntos".

También Carmen Novas lleva toda una vida dedicada a las alfombras florales. "O se le coge cariño o odio, pero nosotros antes de acabar ya estamos pensando en lo que haremos el año que viene". Ella, que ha vivido numerosos Corpus, es consciente de que la afición se está apagando. "En los últimos años ha sido un desastre pero es así. Somos muy cómodos y queremos todo hecho", reflexiona. Ella y su familia han estado los dos últimos meses preparando el diseño y recogiendo materiales para que todo esté listo hoy.

El caso de Rafa Oliveira es distinto. "Yo heredé la tradición al casarme. Llevo 12 años en Bueu y me he enganchado, aunque es cierto que da su trabajo. Acabas y dudas si seguir al año siguiente, pero al cabo de un mes ya estás pensando de nuevo en hacerla", afirma. Oliveira, moañés de nacimiento, buenense de adopción, es uno de los impulsores de la iniciativa de crear una asociación para reactivar el interés por las alfombras. "Uno de los principales problemas es que el recorrido es largo. Tres kilómetros son muchos porque es triste ver la alfombra de la iglesia, 500 metros sin nada, luego unas pocas, etcétera. Y se ve en la procesión, que cada vez tiene menos gente", asegura.

Él también ha visto cómo "a lo largo de los años ha perdido fuerza. Ha dejado de hacerla gente mayor y no ha habido relevo generacional".