Corría el año 1894 cuando Cangas vivía el mayor coletazo de vendaval de su historia. El temporal golpeó durante toda la noche y superó los murallones e instalaciones que de aquel entonces había a la orilla del mar, dejando a las mujeres que vendían el fruto, trabajando desde entonces a la intemperie. La salida del sol estropeaba todo el producto, pues se calentaba toda el área. Con la lluvia, algunas vendedoras ya cargadas de años, se refugiaban en los portales con la mercadería. El paso del temporal no dejó ningún tinglado. Pero fue entonces cuando, desde Buenos Aires, llegó una noticia maravillosa para el vecindario resignado: un ofrecimiento para reparar el daño. Procedía de José Félix Soage, un joven cangués que en 1858 había emigrado Argentina Y, ante los ojos incrédulos de los cangueses, se alzó en el municipio un emblemático edificio dotado de cámaras, frigoríficos y un amplio espacio para la conservación del pescado. Comenzó así el proyecto de la actual plaza de abastos.

Un argentino cangués

El joven José Félix Soage, nacido en Cangas en 1844, llegó a sus sólo 14 años, con sus familiares, al puerto de Buenos Aires. Una ciudad que todavía estaba en construcción. Fueron de los primeros grupos que llegaron con el objetivo de colonizar la pampa y, posteriormente, la Patagonia, según cuentan varios documentos de la época.

Estas familias estaban contratadas para los trabajos de campo, aunque muchos de estos emigrantes, como el joven Soage, lograron rápidamente independizarse. Comenzó a hacerse cargo de un almacén de ramos generales que poseían sus familiares. Nueve años más tarde, su pariente Juan C. Martínez, lo colocó de gerente de los diversos negocios que éste tenía en su pueblo. Y durante los trece años que duró este empleo, consiguió hacerse unos buenos ahorros que, junto a un préstamo bancario, invirtió en una fracción de tierra equivalente al tamaño de Cangas. Más tarde se dedicó a las actividades agropecuarias durante 20 años. Fue en esta época cuando la nostalgia de su tierra amada se acumuló.

Su situación económica era de tal importancia que le permitió ayudar a los vecinos cangueses cuando más ayuda necesitaron. Fue así que desde Río de la Plata (Argentina), y a pesar de la gran distancia, José Félix Soage se solidarizó con la villa y decidió regalarle el mercado. En 1922 ya existían los primeros planos. Su arquitecto, Jacobo Estens Romero, sin embargo, no siguió los primero diseños establecidos. Por ello, la actual plaza de abastos no se asimila a lo que el plano de aquel año presenta.

Agradecidos por todo el dinero donado y en su honor, el edificio lleva desde su inauguración en 1925 una placa con su nombre en la entrada principal. Además, el escultor de Cambados Francisco Asorey talló un obelisco con el busto de Soage en lo alto, y en la parte frontal, la estatua de un marinero con cabeza y manos de bronce. Esta obra se encuentra en la alameda, dando nombre así a los jardines.

Falleció antes de poder ver su obra hecha

El 8 de abril de 1924, el gran filántropo de Cangas muere en Buenos Aires, lejos de su querida tierra. Sus ojos ya no pudieron ver cómo se inauguró su mayor donación a la villa el 31 de agosto de 1925. La plaza de abastos tuvo un coste de 90.000 de las antiguas pesetas y la obra total ocupó "2244.77 metros cuadrados distribuidos en edificio, zonas de alrededor y las dos rampas", según el documento oficial de construcción.

Otras obras

El joven Soage, además, empleó gran parte de su fortuna en otras obras públicas como la restauración de la Colegiata, la construcción de una escuela, la reconstrucción de la iglesia parroquial y la donación de un órgano para la misma.

Pero, a parte de todo esto, también realizó obras benéficas en Argentina, así como fue el creador de una de las primeras monedas de cambio que se utilizaron en este país: la latas de esquila. Estas las empleaba en sus establecimientos de campos para el pago a trabajadores en esa actividad. Corresponden al antiguo partido argentino de Tuyú, según se observa en el Registro de Marcas de la provincia de Buenos Aires de 1899.

Tanto la villa de Cangas como muchas zonas de Argentina deben muchas donaciones a este joven cangués.