El inmueble de la conocida Casa da Bola de Cangas, que hasta diciembre fue sede de los jubilados de la villa, acogía antes locales comerciales y entre estos, estaba el de la primera peluquería de la saga de los Leiro, en 1920. Manuel Leiro Novas fue el fundador de una larga familia de barberos que, casi cien años después sigue teniendo continuidad en la cuarta generación que representa Carlos Leiro, de 44 años, al frente ahora de la barbería y peluquería de la calle Retrama. Su padre Antonio es fiel testimonio de estas cuatro generaciones que vivió en propia persona. Con 69 años, acaba de jubilarse después de toda una vida dedicada al oficio y con él se cerró una etapa de casi 70 años de la barbería cuando estuvo en el local de la céntrica calle Eugenio Sequeiros, 31. La familia ha tenido que dejar el establecimiento y trasladarse a otro por la declaración de ruina del edificio que lo cobijaba y que era todo un símbolo de la Cangas más tradicional, con sus sillones de barbero que un día probó el actor Sancho Gracia, de paso por la villa. El hijo de Antonio, Carlos, que lleva desde los 14 años trabajando con él, ha asumido ahora la herencia del negocio aunque en el nuevo local de la calle Retrama.

Antonio asegura que él ya trabajó con su abuelo Manuel en el oficio, cuando la barbería estaba en la Casa da Bola, una dedicación que éste compaginaba con la de repartidor de FARO DE VIGO. Asegura que su abuelo llegó de niño a Cangas procedente de San Xurxo de Sacos, en Cotobade, con su madre y sus tres hermanas. "Era muy dialogante, con mucha arrogancia, recortadito... Se convirtió en un cangués más", afirma su nieto, que recuerda que con tan solo con 9 años ya empezó con él a aprender el oficio: "Eran tiempos en los que, incluso, la barbería abría los domingos. Era, sobre todo, un lugar de reunión de los vecinos, de tertulia. Solo de hombres, incluso se jugaba al bingo y yo mismo sacaba los números de una bolsita. La contra de la ventana servía de tablero para poner los cartones". En aquellos años, afirma que se trabajaba algunos sábados hasta las dos de la madrugada, cuando eran las Fiestas del Cristo. Con 12 años, Antonio Leiro entró ya a trabajar de oficial en el establecimiento y siguió hasta los 18 cuando ya estaba su tío Manolo: "Iba al colegio y acudía a la peluquería a aprender".

Afirma que los tres hijos de su abuelo (su padre y sus tíos) siguieron el oficio, Manolo en Cangas y los otros dos, Claudino y su padre, del mismo nombre que él, en Buenos Aires a donde emigraron: "Claudino abrió allí con otros socios una barbería y después se fue con él mi padre y toda la familia, cuando yo tenía 18 años. Pero después aquella peluquería se cerró y mi tío Claudino montó un bar". En Cangas, su otro tío Manolo seguía con el negocio familiar, ya con el fundador retirado, aunque en el otro local de la calle Eugenio Sequeiros: "Mi abuelo con más de ochenta años siguió atendiendo a alguna gente en su casa de la calle Real, frente a la mina. Lo hizo hasta que murió".

A los 31 años, Antonio Leiro regresó de Buenos Aires a Cangas y cogió el testigo de la barbería de su tío Manolo, en el local de la Eugenio Sequeiros, en el que a principios de este año se jubiló y cerró para trasladar el negocio a otro lugar. "No está en la primera línea de Cangas, pero mientras esté el general en la primera línea..." lo dice por su hijo Carlos, que se preparó como peluquero en Vigo en la conocida firma Santiblanc. Sigue la tradición de una barbería y peluquería solo para hombres. Reconoce que cada vez hay menos trabajo de barbería, pero asegura que es un oficio que le gusta y da para vivir. Acude a cursos a Vigo, Barcelona o Madrid, en donde asiste a ferias que son las que marcan las tendencias.: "Ahora está todo de moda".