"¡Cuántos años tengo!", se sorprendía al oír la cifra la última vez que apagó las velas, hace solo seis semanas. Ajena a las dolencias propias de la edad, afrontó la etapa final de su vida sin más medicación que la necesaria para afrontar algún achaque puntual, y no se privaba de nada, ni siquiera de un buen cocido, aunque últimamente tenía que ingerirlo triturado, como recordaban recientemente sus allegados. Con una memoria centenaria pero fresca, solo la pérdida de oído le impedía mantener una conversación, aunque seguía en silencio las tertulias casi con la misma cara de niña que dejó de ser hace un siglo.

"La salud le acompaña, y cuando sale el sol le gusta ir a buscarlo", contaban de ella cuando cumplió los 102, haciendo hincapié en su afición por las caminatas y por cultivar la finca familiar a varios kilómetros de su casa de O Forte. Prefería el campo a la mar, y aunque limitada de movimientos desde su condición de centenaria, cuando las piernas no le acompañaban eludía postrarse ante la televisión. Prefería ver pasar la vida y sus protagonistas a través del cristal de la ventana, tal vez haciendo memoria de tan dilatada existencia.

Más vida que achaques

La última ocasión que tuvo de apagar las velas lo hizo rodeada de su familia más próxima: Cuatro hijos, tres nietos y un biznieto que esperan heredar la genética que le dio tantos años de vida con pocos achaques. Nacida el 8 de diciembre de 1908, María de las Mercedes Nogueiras Lagoa, como fue bendecida en la pila bautismal, era la abuela de Cangas y también de la comarca, y aparecía en la selecta lista de personas de Galicia que han logrado celebrar su centenario. Unas pocas decenas, de las que solo 15 superan los 105 años. Ayer cerró los ojos por última vez y fue trasladada al tanatorio de Cangas. El funeral, de cuerpo presente, se oficiará a las tres y media de la tarde en la ex colegiata, y a continuación recibirá sepultura en el cementerio municipal.